Si te comprendo: el ver la foto te habrá puesto muy triste. No es que hubiera un chino, un indio... eso se entiende. ¡Es que encima invitaron al de Sudáfrica, al de Corea, Australia, Indonesia, Brasil, México! ¡Invitaron al de México, y no tuvieron la poca vergüenza de llamarte! ¡Después de ganar la Eurocopa! ¡Después de lo de Nadal! ¡Le hicieron ese feo al país de Almodóvar, Fernando Alonso y Chikilicuatre! Qué desprecio más grande, José Luis...
Te contaré la verdad: lo cierto es que, cuando se preparó la cumbre del lago Toya, los japoneses, tan educaditos, hablaron de ti; pero alguien tuvo la delicadeza de recordar la foto aquella, ¿te acuerdas? Sí, hombre, esa en la que, cuando un descanso, todos charlaban tan animados y tú, en una esquina, solo, simulabas estudiar tus papelitos. Uno del protocolo americano también sacó a cuenta la vez cuando te quedaste sentado al paso de la bandera de su país. De verdad, José Luis, no fue rencor: seguramente querían evitarse de nuevo el bochorno, la vergüenza ajena que les causa tu incapacidad para distinguir entre los símbolos de un gran pueblo -que siempre son dignos de respeto- y el peor gobierno de su historia.
En fin: no te agobies, José Luis, que tú, y tu Pepiño, con dos pinchitos que os toméis por lo húmedo, en tu tierra, como reyes. Oye, ni punto de comparación...