Nos hacía mucha gracia en las primeras ecografías de mi hijo el movimiento continuo de su brazo derecho, como saludando a la afición. Una vez nacido, cuando iba instalado en el cochecito, repartía zalemas a diestro y siniestro. Yo bromeaba con la frase de que teníamos en casa un futuro primer ministro. Como fue creciendo, esa pasión política de enfervorizador de masas se atemperó y otras tomaron el relevo: ahora anda dudando entre flores y aviones de papel. Ayer, sin aviso ni barrunto, va y me suelta: "Papa, qué suerte no haber nacido niña. Si fuera niña, no me gustarían los aviones. Qué rollo, ¿no?"
Un escalofrío pánico, de nuca a rabadilla, me recorrió como un relámpago. Bran Stoker refiere en Drácula el terror insuperable del desgraciado prisionero cuando descubre al Conde hecho lagarto por las paredes exteriores del castillo: "I am encompassed about with terrors that I not dare think of..." Pues como yo, mismamente...
No, no, ni mucho menos: no creo que acabe de primer ministro. En España, por lo menos, lo tiene muy difícil.
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05/10/2025
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