En el programa de TVE, En noches como ésta, acaban de pasar una entrevista con Diego, "el Cigala". De ella la conversación que sigue. La última frase es una de las más inteligentes que he escuchado en tiempo.- Antes que nada, vamos a resolver una duda, ¿por qué "Diego, el Cigala" si no te llamas Diego y además, para marisco, ya estaba Camarón?- Pues resulta que en la pila del bautismo mi tío Ramón y mi padre, que en paz descanse, tuvieron esa trifulca: que el niño, Ramón; que el niño, Diego. Y dijo mi padre: "Bueno, como quieras: ponle Ramón, que de todas maneras mi niño se va a llamar Diego".
Little Women
-
Melvyn Bragg and guests discuss Louisa May Alcott's 1868 novel, credited
with starting the new genre of young adult fiction. When Alcott (1832-88)
wrote ...
Otro que no se resigna y ajusta la realidad a su imaginación. ¿No es eso el arte?
ResponderEliminarLa cigala, versión light del camarón. Todo encaja, que ahí está el órgano de la socialdemocracia local al rescate. Día sí y al siguiente también, exaltando los valores del decafeinao. Los jodidos no se quieren morir nunca. Pero van a cascar de aburrimiento. Después del camarón...
ResponderEliminarPues sí, yo también creo que eso es el arte, sobre todo el arte supremo, el de la tolerancia: si muchos comprendieran que una bandera no es solo sino algún metro de trapo, un crucifijo un trozo de palo y un nombre cuatro letras y no le diera importancia nada más que a lo que verdaderamente la tiene: la salud, la ilustración y la paz de espíritu, mejor nos iría.
ResponderEliminarHombre, claro, con el flamenco pasa como con la literatura: "¿Se puede escribir poesía después de Auschwitz?" preguntaba Heinrich Böll. ¿Se puede hacer flamenco después del Camarón? A mí el Cigala me parece simpático, aunque sólo sea porque, a poco que el destino nos la hubiera jugado ahora seríamos familia. Resulta que mi tía Teresa, "la Roja" (que también hizo sus pinitos con el flamenco, según asegura mi padre) era amiga entrañable desde la infancia de Rafael Farina, a su vez tío del Cigala, y lo fueron toda su vida hasta la muerte de éste; tanto era así que, según parece, no había vez que no cantara Farina en Guipúzcoa que no le enviara dos entradas a la Roja. Con la familia, incluso con la ficticia, hay que ser generoso, aunque solo sea por la cosa de la reciprocidad futurible, ¿no os parece?