"Ya terminé el negocio. Es hora de celebrarlo." El prohombre se acercó al recepcionista y en su inglés de colegio de pago preguntó por un buen restaurante de comida hispana. Dos minutos después ya estaba en la puerta del hotel con una tarjeta en la mano mirando a derecha e izquierda. "Estos chinos es que no hay quien los entienda. Oiga, buen hombre -al portero- esto, ¿dónde está?" El señor de los galones mira la tarjeta y señala una dirección: "Kore wa, ne, masugu, masugu... Wakarimasuka? Masugu, masugu..." Sí, hombre sí, que ya te entiendo, que el restaurante se llama "Masugu". Mira, vamos a subir al taxi y que él nos lleve."
En el taxi. El gran hombre henchido de autoconfianza recita: "Restoran Masugu, ¿entiendes? ¡Masugu!" El taxista, guantes impolutos, gorra generalesca, camisa de gala, responde con su mejor sonrisa: "Waaakarimashita: masugu."
Diez minutos pasan. El conductor se vuelve: "Masugu?" "Que sí, hombre, que al restaurante Masugu, que ya te lo he dicho."
Un cuarto de hora, media hora, una hora después la escena se repite. La tensión aumenta. Aquí hay algo raro. El taxi se para. Fin de la carretera: enfrente, el mar. "¡Pero qué te he dicho yo, que me lleves al restaurante Masugu!" El genio de los bisnes saca la tarjeta y se la pasa a su sherpa japónico. Éste la mira, intrigado, y de repente se hace la luz. "Ah! Kono mise wa, Tokyo, Tokyo desu. Wakarimasuka? Tokyo, Tokyo desu.
Y volvieron a Tokio, exactamente a cien metros del hotel. La cuenta del taxi, unos cuarenta mil yenes. El hombre de negocios aprendió por ese dinero una lección importante de verdad: se puede ir muy lejos incluso sin saber japonés. Bueno, fueron dos lecciones. La segunda: masugu en japonés significa "todo recto."
15.09.2025 – Langsam Gesprochene Nachrichten
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15.09.2025 – Langsam Gesprochene Nachrichten –
[image: Bei den Kommunalwahlen in NRW waren die CDU und die AfD
erfolgreich.]
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