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sábado, 8 de enero de 2011

Para güevos, los míos


Don Felipe González hoy en El País:

Debemos reconocer que somos poco productivos y hay que vincular los salarios a la competitividad. Eso no es de derechas ni de izquierdas, es de sentido común.


Es también de sentido común el afirmar que la productividad y la competitividad de las naciones están en una relación directamente proporcional con el valor de la enseñanza que han recibido sus ciudadanos. ¿Será también de sentido común el pensar que ese nivel de instrucción tenga algo que ver con las políticas educativas que el mismo Sr. González promoviera hace ya un cuarto de siglo? ¿Con su campaña sistemática de desprestigio, ninguneo y desmoralización del profesorado de enseñanzas básica y media? ¿Con el relevo del Ministerio de Educación y Ciencia nacional por diecitantas consejerías autonómicas que en muchos casos han seguido criterios amiguiles de contratación? ¿Con su apuesta por un modelo universitario que multiplicaba los centros e impedía el aprovechamiento de los recursos y la excelencia en enseñanza o investigación, que propició como nunca la fuga de cerebros?

El mejor presidente de la A a la X. Ni mucho menos: de la A a la Z; la Z de zoquete.



martes, 15 de junio de 2010

Huella de jamón de pata negra

Cuánta razón tiene el Presidente: Camões, Cervantes, Pessoa, Unamuno, Queiroz, todos ellos escribieron en ibérico; las grandes películas, la música de Portugal y España, los monumentos clásicos de ambos países, todo ello son obra de gente que sentía una cultura común, la ibérica.

¿Quién se asustará de que casi siempre en los artículos de los periódicos españoles o en la televisión aparezca, en este orden, España y Portugal? ¿Habrá alguien tan suspicaz que se sienta ofendido porque se miente a Felipe González antes que a Mario Soares, que esto le parezca una descortesía de difícil inteligencia? ¡Nunca! Si en el fondo los portugueses lo saben y lo entienden: esa gran cultura ibérica no es otra que la cultura común llamada por un nombre más piadoso que puedan aceptar nuestros habitantes de la España Occidental.

Y a comer jamón ibérico: eso sí que es cultura.


domingo, 13 de junio de 2010

Enseñar al que no sabe

Estos días leo con atención los artículos de mi primo Krugman en el NY Times, el blog de Jordi Sevilla, escucho lo que dicen los sabios por la tele y no entiendo lo que pasa. Me imagino que el espíritu de Keynes se aparece por las noches a los pies de la cama de la canciller(a?) Merkel -por cierto, me estomaga que hasta los corresponsales en Alemania pronuncien mal su nombre- y le repite punto por punto los argumentos que esgrimió en su famosa carta a Roosevelt.

No es broma: de verdad que no lo entiendo. Por favor, que alguien me lo explique.

lunes, 21 de enero de 2008

Rico en Paz

Cuando por los años setenta empecé a ir al cine "en serio", como era de rigor entre los jóvenes progretas de la época, me aficioné a ver todas las películas del italiano y del alemán que aparecían por las dos salas "de arte y ensayo" de Salamanca. Esas películas del primer Bertolucci, los hermanos Taviani, Fasbinder, Herzog, han envejecido mal, con alguna contada excepción; salvo por el hecho de pertenecer a la "memoria histórica" de gente como yo, carecen de mucha vigencia en el mundo de hoy. Una de ellas Aguirre, la cólera de Dios, quizá se encuentre entre las excepciones de las que hablo.

De esta tremebunda película me he acordado más que nada por una cosa: porque ningún columnista periodiquero ha tenido la ocurrencia -y mira que ya es raro- de titular así alguno de los artículos con los que nos han apedreado mientras nos ponían al tanto del último rifirafe de los protagonistas del estrellato de la rutilante derecha política de nuestro país. Por lo que dicen, los monosabios de la cuadrilla de Felipe González le apodaban "Dios"; quizá suceda algo parecido entre los de Rajoy, y así el uso de la frase vendría como de molde, que dirían nuestros clásicos.

No voy a comentar la noticia en absoluto, y eso es porque sé que los que leéis esto estáis más al hilo de los detalles -y del bulto- que yo mismo. Si he seguido más o menos la agarrada mediática que han protagonizado la visorreina de los Madriles populares, doña Esperanzita Aguirre y Gil de Biezma, y un muchachín con cara de recién salido de la secretaría general del SEU, Alberto Ruiz Gallardón, ha sido más que nada por lo que sigue.

Hace unos días, en una de las conversaciones que sobre política tuve con mi madre -yo creo que en el fondo no tratamos de otra cosa- ella me contó: "Todas las mañanas escucho a un chico en la radio que habla tan bien: me recuerda a ti. Creo que habéis estudiado lo mismo. Qué pico de oro". Cuando regresé a mi casa lo primero que hice fue, claro, buscar la emisora del "chico del pico de oro" y escucharle una semana entera. Pasada esta obra penitencial, aunque valor yo creo que no tengan demasiado, os voy a poner al tanto un poco de mis conclusiones.

Las cosas que este señor cuenta obviamente son terribles y yo no me veo con medios ni capacidad para poder discernir si se trata de cuestiones realmente fundamentadas o no. Sólo se me ocurre aquí hilar algunas formulaciones de lógica elemental, de esas que aprendíamos en el bachillerato. Si, como él asegura, sus acusaciones son verdad de la buena, y, por tanto, vivimos en una sociedad gobernada por gentuza criminal que no para en barras -ni muertos- para llegar al poder y mantenerse en él, si soportamos una judicatura corrupta y unos cuerpos de seguridad no menos venales, ¿cómo es que la oposición no se subleva de forma unánime, organiza un escándalo en todos los foros internacionales denunciando tanta infamia o, más simplemente, no se lanza al monte, a la guerra civil, sin más miramientos ni espera? Motivos habría de sobra: en ese caso contarían con mi apoyo y con el de la mayor parte de la buena ciudadanía de nuestra tierra, me imagino. Pero, por otro lado, si realmente todo lo que se sostiene mañana tras mañana en esa emisora es falso y carente de fundamento, ¿podrá imaginar alguien desvergüenza más grande? Si esta segunda hipótesis fuera la cierta, las personas que hacen posible día a día tanto despropósito, tanta ignominia -la Iglesia Española y la derecha política nacional, que calla, y por tanto, otorga- ¿no merecerán el desprecio, el repudio más brutal de toda la gente de la nación por tanta sevicia?

Nada más, eso es todo lo que se me ocurre: quizá alguno de mis lectores sepa iluminarme y sacarme de este laberinto. Sólo me queda un detalle: en germánico Fried-rich significa "rico en paz". ¡Ah! otra cosa y ya acabo: para los que amamos lo más hermoso de la verdadera cultura de nuestro país Federico, así, a secas, sólo hay uno, y ése es irrepetible. Lo acabó matando la misma gentuza despreciable que jaleaba las intervenciones, brillantísimas, que, a golpe de botella, iba desgranando el general Queipo de Llano desde los piadosos micrófonos de Radio Sevilla.






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