martes, 20 de mayo de 2008

Soneto triste para mi última chaqueta





Esta tibia chaqueta rumorosa
que mi cuerpo recoje entre su lana,
se quedará colgada una mañana,
se quedará vacía y silenciosa.

Su delicada tela perezosa
cobijará una sombra fría y vana,
cobijará una ausencia, una lejana
memoria de la vida presurosa.

Conmigo no vendrá, que habré partido,
y entre su mansa lana entretejida
tan sólo dejaré mi propio olvido.

Donde alentara la gozosa vida,
no alentará ni el más pequeño ruido,
sólo una helada sombra dolorida.




Rafael Morales, Canción sobre el asfalto



Proyecto. No olvidar: A los profesionales del oficio más viejo del mundo, los pelotas -¿cuál era si no el de Adán y Eva?- se les llama con un mal nombre suplementario: chaqueteros. Escribir otro poema sobre lo desgraciados que los dos se ven cuando terminan de leer a Nietzsche y se quedan con la chaqueta -tenían necesidad-, pero solo con ella...




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