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martes, 8 de junio de 2010

Maquiavelos de bolsillo

Para matar el tedio -digo yo- los gobiernos del Jiminto, el Partido Liberal Democrático, ahora en la oposición, se inventaban historias fantásticas que parecían de miedo.

Cuando el euro empezó a circular, cayeron en la cuenta de la vergüenza que suponía tener una moneda que se mercara a ciento y pico por dólar -o euro, en este caso- y propusieron quitarle a los billetes dos ceritos. Un economista algo aguafiestas hizo cuentas de lo que supondría cambiar toda la calderilla circulante, tunear las máquinas que funcionan con ella y a los dos días el proyecto, a la basura.

Otra delirante fue la de conseguir que todo peatón japonesito, en un plazo de digamos una década, adquiriera nivel conversacional de inglés. Motivo (vete tú a saber): de nuevo la vergüenza, la torera que supone comparar el nivel del euroínglis entre los jóvenes del viejo continente y el casi inexistente japoídem entre los de por aquí. Una vez más los meros hechos contables y una lógica de mucho arroz pa poco pollo remataron la bobada.

La más alucinante fue la de construir, por las llanuras del norte, una nueva capital y así descongestionar a la del este, Tokyo, que es lo que significa. Los tenderos y toda su cofradía -vade retro- pusieron su grito en el cielo y entonces murió el cuento.

¿Eran serias estas historias o meras cortinas de humo para hacer hablar y distraer al personal? Serísimas sin duda: no creo que les dé el coco para tejer tan gran maquiavelismo.


sábado, 26 de enero de 2008

La imaginación al poder

If the Treasury were to fill old bottles with bank notes, bury them at suitable depths in disused coal mines which are then filled up to the surface with town rubbish, and leave it to private enterprise on well tried principles of laisser-faire to dig the notes up again... there need be no more unemployment and with the help of the repercussions, the real income of the community would probably become a good deal larger than it is. It could, indeed, be more sensible to build houses and the like; but if there are practical difficulties in the way of doing this, the above would be better than nothing.

John Maynard Keynes
The General Theory of Employment Interest and Money



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