domingo, 27 de enero de 2008

Labores de Eternidad


Ancient Egypt was doubly fortunate and doubtless owed to this its fabled wealth, in that it posessed two activities, namely pyramid-building and the search or the precious metals, the fruits of which, since they could not serve the needs of man by being consumed, did not stale with abundance. The Middle Ages built cathedrals and sang dirges. Two pyramids, two masses for the dead are twice as good as one; but not so two railways from London to York.

John Maynard Keynes
The General Theory of Employment Interest and Money


Cuánto me gustaría ahora continuar aquí con el análisis del economista de guardia que, pongamos dentro de tres mil años, comente los dos grandes negocios de nuestra era: el del siglo XX -la carrera de las armas atómicas- y el incipiente del XXI, la llamada "lucha contra el calentamiento global."





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sábado, 26 de enero de 2008

La imaginación al poder

If the Treasury were to fill old bottles with bank notes, bury them at suitable depths in disused coal mines which are then filled up to the surface with town rubbish, and leave it to private enterprise on well tried principles of laisser-faire to dig the notes up again... there need be no more unemployment and with the help of the repercussions, the real income of the community would probably become a good deal larger than it is. It could, indeed, be more sensible to build houses and the like; but if there are practical difficulties in the way of doing this, the above would be better than nothing.

John Maynard Keynes
The General Theory of Employment Interest and Money



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lunes, 21 de enero de 2008

Rico en Paz

Cuando por los años setenta empecé a ir al cine "en serio", como era de rigor entre los jóvenes progretas de la época, me aficioné a ver todas las películas del italiano y del alemán que aparecían por las dos salas "de arte y ensayo" de Salamanca. Esas películas del primer Bertolucci, los hermanos Taviani, Fasbinder, Herzog, han envejecido mal, con alguna contada excepción; salvo por el hecho de pertenecer a la "memoria histórica" de gente como yo, carecen de mucha vigencia en el mundo de hoy. Una de ellas Aguirre, la cólera de Dios, quizá se encuentre entre las excepciones de las que hablo.

De esta tremebunda película me he acordado más que nada por una cosa: porque ningún columnista periodiquero ha tenido la ocurrencia -y mira que ya es raro- de titular así alguno de los artículos con los que nos han apedreado mientras nos ponían al tanto del último rifirafe de los protagonistas del estrellato de la rutilante derecha política de nuestro país. Por lo que dicen, los monosabios de la cuadrilla de Felipe González le apodaban "Dios"; quizá suceda algo parecido entre los de Rajoy, y así el uso de la frase vendría como de molde, que dirían nuestros clásicos.

No voy a comentar la noticia en absoluto, y eso es porque sé que los que leéis esto estáis más al hilo de los detalles -y del bulto- que yo mismo. Si he seguido más o menos la agarrada mediática que han protagonizado la visorreina de los Madriles populares, doña Esperanzita Aguirre y Gil de Biezma, y un muchachín con cara de recién salido de la secretaría general del SEU, Alberto Ruiz Gallardón, ha sido más que nada por lo que sigue.

Hace unos días, en una de las conversaciones que sobre política tuve con mi madre -yo creo que en el fondo no tratamos de otra cosa- ella me contó: "Todas las mañanas escucho a un chico en la radio que habla tan bien: me recuerda a ti. Creo que habéis estudiado lo mismo. Qué pico de oro". Cuando regresé a mi casa lo primero que hice fue, claro, buscar la emisora del "chico del pico de oro" y escucharle una semana entera. Pasada esta obra penitencial, aunque valor yo creo que no tengan demasiado, os voy a poner al tanto un poco de mis conclusiones.

Las cosas que este señor cuenta obviamente son terribles y yo no me veo con medios ni capacidad para poder discernir si se trata de cuestiones realmente fundamentadas o no. Sólo se me ocurre aquí hilar algunas formulaciones de lógica elemental, de esas que aprendíamos en el bachillerato. Si, como él asegura, sus acusaciones son verdad de la buena, y, por tanto, vivimos en una sociedad gobernada por gentuza criminal que no para en barras -ni muertos- para llegar al poder y mantenerse en él, si soportamos una judicatura corrupta y unos cuerpos de seguridad no menos venales, ¿cómo es que la oposición no se subleva de forma unánime, organiza un escándalo en todos los foros internacionales denunciando tanta infamia o, más simplemente, no se lanza al monte, a la guerra civil, sin más miramientos ni espera? Motivos habría de sobra: en ese caso contarían con mi apoyo y con el de la mayor parte de la buena ciudadanía de nuestra tierra, me imagino. Pero, por otro lado, si realmente todo lo que se sostiene mañana tras mañana en esa emisora es falso y carente de fundamento, ¿podrá imaginar alguien desvergüenza más grande? Si esta segunda hipótesis fuera la cierta, las personas que hacen posible día a día tanto despropósito, tanta ignominia -la Iglesia Española y la derecha política nacional, que calla, y por tanto, otorga- ¿no merecerán el desprecio, el repudio más brutal de toda la gente de la nación por tanta sevicia?

Nada más, eso es todo lo que se me ocurre: quizá alguno de mis lectores sepa iluminarme y sacarme de este laberinto. Sólo me queda un detalle: en germánico Fried-rich significa "rico en paz". ¡Ah! otra cosa y ya acabo: para los que amamos lo más hermoso de la verdadera cultura de nuestro país Federico, así, a secas, sólo hay uno, y ése es irrepetible. Lo acabó matando la misma gentuza despreciable que jaleaba las intervenciones, brillantísimas, que, a golpe de botella, iba desgranando el general Queipo de Llano desde los piadosos micrófonos de Radio Sevilla.






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jueves, 10 de enero de 2008

Polvo eres

Foto: Paseando por Ryoanji

Autor: Fg2



El lunes pasado, gracias a la sección de Relaciones Internacionales, a la que una vez por semana presto mis magros servicios, gocé de una inesperada tarde libre. Resulta que cuando intenté entrar en mi aula la encontré a cal y canto. Me iba a acercar a la oficina cuando topéme con cuatro de mis estudiantes que regresaban precisamente de allí. El número total en esta clase son siete: seis humanos y una tele; como en el campus de Sapporo no hay profe del spanish pues me toca a mí el ilustrar a nuestra única alumna hokkaideña por vía satélite. La cosa no está tan mal, sólo que da mucho frío verla tan arropada y con esos colores de cara producto inequívoco de los vientos polares del norte del país. En fin, que no sé sabía por qué, pero los de la sección de la cosa internacional, sin avisarnos ni nada, decidieron en su infinita sabiduría que el curso se había terminado, que muchas gracias y que hasta el año que viene.

Yo, por si acaso cambiaban de opinión, no pregunté nada, me marché junto a mis muchachos, y con toda la tarde libre por delante decidí darme un paseíto por la parte de la estación -vete a saber el motivo, porque allí no hay demasiado que rascar. A mitad del camino vi una cafetería nueva y me metí para dentro. La decoración no estaba mal: reproducciones de revólveres del oeste, fotos de John Wayne y en un rincón, bajo un cartelito que rezaba "Jesus Saves", una colección de biblias y libros piadosos. Pedí el café del día: excelente. Para colmo de dichas en todo el local se prohibía el uso del tabaco. El que una persona fume a mi lado no me molesta en absoluto, pero sí el olor a humazo estancado que muchas veces se disfruta incluso en los mejores garitos cafeteros de Tokio.

Llevaba medio minutito gozando de mi "Guatemala Blend" cuando entró por la puerta una mozuelilla, rubia, ojos azules, vaqueros ajustados, en fin...

Saluda al camarero, me mira y pregunta:

- ¿Hablas inglés?

- Un poco.

- ¿Qué haces por aquí?

- Nada, tomándome un café. Acomódate si quieres.

Se sentó en mi mesa. Sobraron diez minutos para que me contara lo fundamental: estudiaba teología en la Universidad del Estado de Kansas, y este año lo estaba pasando de intercambio en la Central de Budapest. Durante las vacaciones de Navidad había decidido visitar a unos "amigos cristianos" -los dueños de la cafetería- y eso era todo. Pasamos un buen rato comentando sobre la Biblia (uno de los pocos temas que realmente me apasionan desde que tengo uso de razón), sobre literatura europea, su tierra americana, Asia.

- Bueno -dije yo- ya que eres estudiante de una tradición religiosa de Occidente, no te vendría mal el conocer alguna de Japón. ¿Por qué no vas por la mañana a Kamakura y tomas parte en alguna práctica Zen? Una experiencia interesante, ¿no?

Mi contertulia arrugó medio milímetro su morrito adolescente.

- Sí, verás: creo que sería capaz de pasear por el patio, por fuera del templo; pero no me veo con fuerzas para entrar en el interior.

- ¿Por qué? -Pregunté algo asombrado.

- Ya sabes: todo lleno de ídolos y tal.

Durante unos instantes no supe qué responder. Continué.

- Claro. En fin, bien pensado, quizá sea lo mejor. Así no tienes que participar en ningún funeral. Seguramente te resultaría algo desagradable.

- Desagradable, ¿por qué?

- Por las cenizas, y eso.

- No, no creo que me impresionara el ver las cenizas del muerto...

- No me has entendido; no me refiero a ver las cenizas del muerto, sino a esnifarlas.

- ¿Esnifarlas?

- ¿No lo sabías? Es costumbre entre todos los asistentes a los funerales del budismo Zen el esnifar las cenizas del finado. No sólo los deudos y los amigos del difunto, también los monjes del templo e incluso los visitantes esporádicos. Negarse se considera una muestra de la más terrible incivilidad.

- ¿De verdad? -Sus ojos eran ya dos platitos de café en cuyo centro aparecía una hermosa muesca azul intenso.

- Si, claro, ¿tú crees que lo que hizo Keith Richard con su padre se lo inventó él solito? No, sencillamente repitió una inmemorial tradición del Oriente. Pero bueno, no hay problema, antes de pasar la bandeja con las rayitas se ha procedido a una limpieza química de los restos (en un laboratorio que hay instalado en el mismo templo) y se han retirado todos los materiales peligrosos: kadmio, tugsteno, el mercurio o el aluminio de los dientes e implantes, el radio o el estroncio que pudieran contener los huesos... Dicen que incluso es bastante saludable para los que toman parte: calcio, magnesio, fósforo... minerales importantes para nuestro organismo. Algunos médicos hasta lo recomiendan a sus enfermos, especialmente a las menopáusicas, las embarazadas, los anémicos. Hay quien se lleva a la ceremonia su bolsita -su doggy bag- y así tiene la seguridad de contar con reservas suficientes hasta el próximo funeral. He oído que existen incluso expertos catadores que, como sucede con el vino, pueden determinarte con mucha precisión añadas, orígenes, hábitos alimenticios y hasta patologías del finado. Obviamente, y al contrario de lo que cuenta Richard que hizo él mismo, nunca se añade cocaína ni ningún otro producto estupefaciente a las cenizas: todo es procedente del difunto, natural cien por cien.

- Ah, bueno, si es así, entonces la cosa cambia... supongo...

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