viernes, 13 de junio de 2008

El color del cristal


Sra. Ministra:

"Mira, Paco: a partir de mañana lo tuyo, de los dos; pero lo mío, mío", le propuso a cierto amigo su futura esposa la víspera de bodas. Ni que decir tiene que la ceremonia se canceló. ¿Por qué ha de ser precisamente esta situación la que tenemos de soportar los hombres que hablamos la lengua castellana? En nuestro idioma el género femenino es exclusivamente posesión de las mujeres; la titularidad del masculino, por contraste, dada su naturaleza de "género común", la hemos de compartir con ellas.

¿Se ha parado a pensar en la discriminación lingüística que sufrimos los varones en el ámbito del trabajo? Salvo en el caso de "piloto", ningún nombre de profesión cuya marca original sea la -o del masculino carece de su forma correspondiente femenina: médica, abogada, ingeniera, astrónoma... ¿Cuánto tendremos que esperar hasta que la Real Academia admita -como ya hiciera con el pionero modistopolicío, pediatro, foniatro, geriatro, dentisto, equilibristo, poeto, novelisto, flautisto, violinisto, funambulisto, artisto, periodisto...?

Señora ministra, sea valiente y tome medidas contra esta grave discriminación idiomática que sufrimos los hombres hispanos. Empiece por dar ejemplo; la próxima vez que se dirija a sus compañeros de partido hágalo con estas palabras: "Compañeras socialistas, compañeros socialistos."






12 comentarios:

  1. Ya sé que es un poco pesadismo el mío: el caso es que no me he podido reprimir de dar cuenta aquí de una carta abierta a la Ministra que he enviado a los periódicos. Será deformación profesional, pero el caso se me hace tan risible y a la vez tan intrascendente que cuantas más vueltas le doy más punta cómica me parece que se le puede sacar.

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  2. El asunto, quizá, habría que considerarlo por otro lado. Te imaginas que la ministra en cuestión fuese vieja y fea. Ni puto caso. Claro que una señora vieja y fea tiene las mismas probabilidades de entrar a formar parte de un gobierno socialdemocrata que los bueyes de volar. Bueno, y si, ya, fuese transexual , ni te digo, ni crisis ni leches: monopolio informativo. Pan y toros.

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  3. Lo cómico del asunto es que la ministra, desde el punto de vista estrictamente lingüístico, tiene bastante razón, solo que, gracias a su supina ignorancia, no sabe defenderla: como digo antes, palabras como infanta en el Siglo de Oro habrían parecido horrorosas y con el paso del tiempo han tomado carta de naturaleza. Es un azar por ejemplo el que no exista cantanta, estudianta.... Mira tú que, sin ir más lejos, en ruso sí que hay student/studentka. El único motivo por el que no se puede incluir miembra en el DRAE, no es a causa de su vesánica natura, sino porque la gente no lo utiliza; pero es cierto que hay palabras o grafías casi inventadas por los académicos en tiempos pasados que nadie ha usado nunca (güisqui, por ejemplo) y que siguen en el diccionario.

    El problema de fondo es, sin embargo, que la polémica no tiene sentido: la sociedad no cambia porque cambie el idioma, sino al revés. Pero, bueno, todos ya sabemos de qué va la cosa: hay que crear ministerios florero, los más que se pueda, para distraer al personal de lo que realmente cuenta -lo de la ignorancia nacional en matemáticas o inglés, por ejemplo-. Este fenómeno es equivalente a la matraca sobre Gibraltar o la masonería y el comunismo de la época de Franco. Lo de lo de la ministra transexual mejor ni meneallo: no creo que sea prudente dar a estos elementos tan ignorantes -por lo menos gratis- ideas así de buenas.

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  4. Pues no se si estoy de acuerdo en eso de que la sociedad no cambia cambiando el idioma, en Cataluña les han cambiado el idioma, mi fuerte no es la historia, pero supongo que es la primera vez que se cambia el idioma a un elevado número de personas, con mano aparentemente blanda. El resultado ya se puede ver, han convertido en nacionalistas gente que de natural se sentirían españoles o europeos, una generación que ya está en la treintena-cuarentena, estos digamos jóvenes con el catalán están cómodos porque es el idioma que dominan, esa historia victimista que les han contado no la ponen en duda , probablemente, porque es demasiado esfuerzo, entonces quieren que esa lengua se hable por todos lados para sentirse seguros y la única forma de conseguir eso es que Cataluña sea una nación.
    Planteamiento mas o menos simplista pero quizás el razonamiento no está equivocado. Otra cosa es esperar que deje de haber hombres maltratadores usando palabras como lo de miembra o parecidos. Imagino que una sociedad donde ambos sexos se sientan razonablemente cómodos, se conseguirá cuando hayan muerto esos hombres educados en la creencia de que eran los reyes del mambo y sus hijas y nietas establezcan relaciones equitativas con sus parejas y amigos, y en los trabajos ocupen los puestos que les corresponden por sus propios méritos, no creo que falten muchos años para eso, se dirá entonces miembras del jurado por ejemplo y a todos nos parecerá lo normal ¡Quien sabe! ¿Es una ayuda a la consecución de este fin el andar usando cambios en el lenguaje que no molestan a nadie mas que al oído no acostumbrado? No lo se.Lo que si se, es que en tiempos de crisis se monte un consultorio a lo Elena Francis para hombres pagado por el erario público es un disparate.

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  5. Lo que más gracia me hace de toda esta verbena miembreril es que todo el mundo parece coincidir en que lo necesario para la consecución del deseable equilibrio entre géneros es que cambie la mentalidad de los hombres. Y digo yo: ¿no será, también, muy conveniente que en algo cambien las mujeres?
    Quizá, si en vez de tanto "arte y ensayo" se viese más "porno" se tendrían las ideas más claras al respecto.
    Por lo demás, de Cataluña vengo de servir al rey, como en el tango, mejor no hay que hablar.

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  6. Aquí estamos tratando de dos problemas muy diferentes:

    1. "Cambiar de idioma" (el español por el catalán, por ejemplo).
    2. "Cambiar el idioma" (alterar las reglas gramaticales de la lengua)

    El caso primero claro que puede alterar las sociedades radicalmente: ahí están los ejemplos de todas las colonicaciones que han existido en la humanidad.

    En el segundo las cosas son muy diferentes. Pondré un ejemplo del que creo que puedo hablar con un cierto conocimiento de causa: en el japonés no existe diferencia de género gramatical: gakusei ("estudiante") puede ser lo mismo masculino o femenino, de modo que, cuando uno se dirige a una clase, no tiene que andar eligiendo entre un género u otro como pasa en las lenguas romances. No existe por tanto discriminación en ese aspecto. ¿Es la sociedad japonesa más igualitaria que la española? Lo dudo mucho.

    Las reglas gramaticales de los idiomas son realidades neutras. Intentar cambiar la sociedad modificando estas acaba siendo paralelo a pretender alterar las leyes de la física modificando los fundamentos de las matemáticas.

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  7. Paco: Hace treinta años, en Cataluña y en el País Vasco los nacionalistas tenían como bandera el bilingüismo. Ya ves ahora. Pues eso.

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  8. Totalmente de acuerdo que una cosa es cambiar el idioma y otra cambiar las reglas gramaticales de un idioma concreto, pero nada hecho por los humanos, pienso, debería ser inamovible, si se intenta que las reglas de las lenguas romances, en lo del género, se parezcan un poco a las anglosajonas, pues a lo mejor eso ayuda a mejorar la sociedad, que los lingüistas opinan que así no funcionan las cosas, pues quizás antes no , pero ahora con unos medios de comunicación donde son tantos los mensajes y participan tantas personas en ellos, pede que las leyes del funcionamiento histórico de las lenguas haya cambiado.

    En fin, no tengo ni idea, pero creo que a lo mejor no es tan malo intentar hacer desde arriba un lenguaje mas neutro con el fin de que el dominio de un sexo sobre el otro, (con el consecuente sufrimiento del dominado), se atenue y suacice, aunque sin duda alguna la gran responsabilidad de este cambio deben conseguirlo las mujeres, pero no vienen mal las ayudas.

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  9. Claro que sí, la lengua, como cosa hecha por humanos, sólo depende de la decisión de éstos. Yo personalmente estaría por alterar desde hoy mismo es estatus de los géneros gramaticales y convertir al femenino en el "género no marcado" aunque sólo fuera por acabar con toda este debate acerca de discriminación lingüística en la que, como ya he mostrado antes, no creo.

    Con respecto a la cuestión de fondo, si el reformar las reglas morfológicas del idioma puede cambiar la sociedad, qué más le voy a decir: me gustaría compartir su optimismo, pero honestamente soy incapaz: todas las mañanas, cuando voy al trabajo, me cruzo con un grupo de jovencitas indonesias que van a clase embozadas en sus velos y no puedo sino tener muy presente que ellas, y sus antepasadas de muchos siglos, hablan un idioma perfectamente neutro por lo que hace al género gramatical, un idioma que las feministas de nuestra tierra, si lo conocieran, sin duda lo considerarían un ejemplo digno de imitación para nuestras lenguas romances.

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  10. Puede que sí, que el cambio de idioma cambie la sociedad. Ahí está el mentado ejemplo de Cataluña, en donde, al pasar de una lengua vehicular de primera división a otra de cuarta regional, han conseguido pasar de un predominio de profesiones altamente cualificadas o otro de los camareros... que, como todo el mundo sabe, es la profesión que más idiomas chapurrea.
    Es broma.

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  11. Bueno, sí, los camareros (de toda la costa mediterránea en general) es una maravilla cómo se manejan en cobrar las propinas en seis o siete idiomas; pero qué te contaré de la dependienta de una tienda de recuerdos del barrio Gótico que vi en diciembre: cómo vendía en plurilingüe las muñecas con traje andaluz, los toros de plástico, las reproducciones de guardias civiles en terracota pintada. Eso sí que era globalización, y lo demás, cuentos.

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  12. A propósito de la dependienta del barrio Gótico, no sé si sabrás, Jacobo,que hubo muy enjundiosas a la par que intensas sesiones plenarias municipales en las que se debatió sobre la conveniencia o no de prohibir en toda Barcelona la venta de recuerdos que fuesen típicamente españoles. Se sostenía por algunos,que eso desvirtuaba la identidad catalana, atacando de lleno la construcción nacional. Cosas veredes.

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