Madrid, 11 de junio de 2058
Ni siquiera de jóveno, nunca me he considerado un artisto; bueno, un poeto sí, pero de esas y esos de pico y pala, no de las y los que se harán famosas y famosos, que se llevarán cuartos y cuartas con sus obras y sus trabajos.
¿En qué me podría haber convertido yo si mis padres/madres hubieran sido diferentas y diferentos? ¿trapecisto, funambulisto, equibristo, clavecinisto, esperantisto, pianisto, o tal vez sólo especialisto en idiomas o lenguas clásicas y clásicos, modernas o modernos, orientalas u orientalos? A mí lo que de verdad me habría gustado ser es taxisto, pero también me da que no habría hecho malo papel, mala jera, como pintoro expresionisto, surrealisto o tal vez hiperrealisto.
Leo el periódico, la prensa, y me siento muy confuso: ¿qué seré yo, individuo, persona de hoy en día, comunisto, socialisto, centro-derechisto, liberalo o conservadoro, tal vez fascisto o anarquisto? No lo sé muy bien: espero las aclaraciones, los comentarios, de las lectoras y los lectoros de este blog, de esta bitácora: que ellas y ellos me aclaren el cacao mental, la empanadilla gallega, en la y lo que voy cayendo día a día, momento a momento, sin olerlo y sin olerla, sin beberla y sin beberlo, en la y lo que me voy sumiendo poco a copo, poca a copa, que diría el gran vate; perdón: vato.
Fdo. Margarito Sánchezo
¿Yo? Será yo y ya... ¿Cacao? Será cacao y cacaa, o sea, caca.
ResponderEliminarQuerido jp, has puesto el dedo en la llaga: ese es el grave pecado de nuestros corruptos idiomas. Supongo que sabes que unas sabias propusieron el sustituir la distinción discriminatoria los niños / las niñas, por una forma común les niñes. ¡Qué gran hallazgo! Pues nuestros académicos, hombres en su mayoría, huelga decir, cerrilmente se negaron al inexorable avance del progreso humano. "La lengua es espejo de la realidad social: cambia aquella y esta, automáticamente, también cambia", argumentan esas grandes señoras.
ResponderEliminarLa verdad inexorable de este postulado es evidente: unos investigadores, de la prestigiosa universidad de Pontolondron City, en el estado de California, acaban de descubrir un método de adelgazamiento, revolucionario e inexorable: en unos espejos oblongos el paciente observa la reflexión de su propia figura, esbelta, alterada: gracias a ese espejismo, sin sufridas dietas, esclavizantes planes de ejercicio ni intervención quirúrgica que valga el sujeto (le sujete, diremos nosotros) alcanza en pocas horas el peso ideal.
Otra prueba: el hitita, gozaba de un sistema morfológico similar al que proponen nuestras expertas. Pues, como todo el mundo sabe, jamás ha existido sociedad más igualitaria en la historia del mundo, tanto que hasta les arqueólogues recientemente sostienen que les matrimonies hititas se alternaban en el parimiento de les hijes, le primere, la madre; le segunde, el padre, etcétera. Por lo que parece este mundo edénico se alteró cuando en el llamado "estadio indo-europeo dos" las lenguas desarrollaron la odiosa distinción de género.
En definitiva, ni yo ni ya: ye; ni cacao ni cacaa: caqué, y por arte de magia tendremos le mejor de les mundes posibles.
¿Pero cómo puede ser que le paguen millones a una "cabellos largos" para que diga semejantes memeces? Y luego va uno y se pone a pensar y cae en la cuenta de que, ¡leches!, impagable la tía. Ha conseguido con una sola rueda de prensa distraer la atención de los españoles más sesudos de los preocupantes problemas que nos asedian. Que haya miembros o miembras en nada va a mejorar nuestra tradicional carencia en conocimientos matemáticos que, digan lo que digan, quien quiera que lo diga, para mi es la causa primera y origen de muchos si no todos los males que se nos vienen encima.
ResponderEliminarEn lo de las matemáticas, ya sabes que estoy perfectamente de acuerdo; pero no sólo son las matemáticas, sino también la música, la literatura, el dibujo, la educación física, incluso. Si nuestro país fuera un lugar en el que se cultivaran esas disciplinas que convierten la vida en digna de vivir, pero que a la vez exigen casi tanto como otorgan, nuestra tierra no sería esa en la que la gente ve casi como natural el que los jóvenes se acuesten a las cuatro o las cinco de la mañana, el que no se permita dormir a los vecinos, el que dos mil descerebrados colapsen el país.
ResponderEliminarTodas estas disquisiciones lingüísticas sirven para mucho: para eso que tú apuntas, y también para que personas como la catedrática de la entrevista escondan su falta de originalidad tras una fachada respetable: cuánta gente vivirá del cuento del "la lucha contra el lenguaje machista". Para ellas (son generalmente mujeres) este mundo es el mejor de los posibles: como se trata de una guerra contra molinos de viento a los que han hecho gigantes, el momio nunca se les acabará.
La premisa básica: "Cambiamos el idioma y así cambiaremos la sociedad", no es más que una falacia nacionalista, de ese nacionalismo nuevo, el más ridículo hasta la fecha, que es el feminismo contemporáneo (no hablo del feminismo clásico, verdaderamente respetable). El lenguaje es un mero reflejo: si se quiere cambiar la sociedad hay que cambiar la sociedad y sanseacabó. Punto.