martes, 26 de febrero de 2008

Abdominales meningéricos

El primer blog que comencé, como sabéis, fue éste, en latín. Aunque no desespero en revivirlo, hace tiempo que lo tengo abandonado (Ars longa, vita brevis). Lo comencé en una página de "El País", pero luego descubrí el servicio de "Bloggers", en el que ahora estoy instalado, y aquí me veis. El sistema del periódico madrileño se me hizo engorroso de usar, no sé si por poca compatibilidad con el Mackintosh, o por mi nula pericia ordenadoreril. En definitiva, que ahora en esa página antigua sólo queda un enlace que remite a la nueva.

Hace unos días, como os cuento antes, me vino a la cabeza un haiku y pensé que en este espacio que ahora leéis no tenía mucho sentido el incluirlo. Por eso, volví a "El País" y ahí lo planté. Luego reconsideré las cosas y me di cuenta de que en mi blog de siempre cabía de todo. Decidí entonces publicar los haiku en los dos sitios, eso sí, dejándolos en el periódico sin traducción, con un enlace que remitiera hasta aquí.

Ayer reviví un proyecto que comenzado hará unos cinco años abandoné por exceso de trabajo (y de pereza; soy como soy): utilizar noticias de periódico como pie forzado y escribir un relato todos los días. Se trata de un ejercicio para despertar esa capacidad creadora que todos llevamos. Durante una temporada de mi vida me dediqué a dibujar a destajo: pues resulta que cuando uno se instala en ese mundo gráfico al final acaba viendo el de todos los días con una perspectiva nueva. Dicen los que de esto saben que es, sencillamente, el hemisferio derecho del cerebro, la loca de la casa, que toma la iniciativa y nada más. Bueno, pues con lo de escribir poemas o pescar ideas literarias sucede otro tanto: la primera semana es una cosa de trabajo minero arrastradizo: para encontrar el diamante en bruto te tienes que rascar las circumvoluciones cerebrales de sol a sol y a veces ni con ésas. Pero llega el octavo día de la creación, se prende el piloto automático, oyes una frase al azar y listo: a ésa se le añade otra -que se convierte en segundo verso- y el soneto, media hora después, lo tienes ya casi aviado; ves a una chica que cuando entra en tu vagón de metro viene azogada, sudorosa, falta de fuelle, y enseguida una luz se te enciende en las meninges -literal que me ha pasado- et voilà, tienes tu historia.

Arriba veis los primeros frutos de la Creación. Si lo tenéis a bien, contadme qué sos parecen. No hace falta que lo diga: también se admiten propinas...



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