miércoles, 4 de junio de 2008

Altos retos del espíritu


Ya salió el cartel nuevo del mes de junio de la campaña del metro "Hazlo en casa". Comentarios huelgan. Fijaos en el pobre caballero del fondo. De sobra se le ve en la cara: demasiada aventura, demasiada tragedia y emociones lleva ya en su vida para que le venga ahora la chica del teléfono añadiendo (en susurros, seguramente) pizquitas de sal cotidiana. Si temas de conversación con su señora (¡La juventud ya no sabe comportarse!) le sobran: para eso está Kant, el teatro del absurdo, la teoría de supercuerdas, Schoenberg y sus estudios de armonía...
Qué os diré del Equipo de Comunicación del Metro que no sepáis, toda esta pobre gente cuyo única labor en la vida no es otra sino la suprema de aplicarse a reprimir millares de chicas desconsideradas como la del anuncio: ¡pero si ellos lo que de verdad anhelan es que, por falta de trabajo, la empresa los emplee en obras más perentorias para la humanidad sufriente, que los deje libres de perseguir su vocación auténtica, esa verdadera y singular llamada del destino a superar los más alumbrados retos del ser, del arte, del espíritu...! ¡Cómo se puede ser tan insensible!







6 comentarios:

  1. Post ingenioso. Eso no quita que cualquier esfuerzo para librarse de la molestia de los dichosos telefonitos no sea estupenda. Muy bien por el metro de Tokio. Ojalá otros hicieran lo mismo (y los restaurantes, los bares...)

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  2. Gracias por tu comentario, Dulcinea. Recuerdo una tarde preciosa en el aeropuerto de Bruselas cuando durante una hora estuve intentanto concentrarme en mi lectura mientras un joven ejecutivo español le iba contando su jornada a un colega. Yo era demasiado joven entonces: hoy habría aprovechado para tomar notas y escribir un relato.

    Lo cierto es que, por lo menos por aquí, (hablo muy personalmente) la molestia es mínima: la gente si habla en el tren lo hace generalmente con pudor, en voz baja y no se prodiga. La única molestia que yo puedo recordar es la del volumen excesivo de algunos i-pods de los fulanos que se sientan a tu lado. Pero tampoco es para tanto...

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  3. Si así, http://es.youtube.com/watch?v=GgkGoJlUIFI, son los metros en japón ¿como córcholis pueden usar el teléfono móvil?

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  4. Hay mucho mito con respecto a este asunto. Lo que aparece en el grabación no es el metro, sino un vagón de cercanías. Por la ropa, el modelo del tren y el uniforme de los empleados, me da la impresión de que el vídeo es de hace más de treinta años. De todas maneras es verdad que en algunas líneas va sobresaturado, principalmente de siete a nueve de la mañana. El resto del tiempo la situación es como la de cualquier otro país del mundo, me imagino.

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  5. No sé, pero olfateo en dulcinea d.t. un cierto tufillo, si no totalitario, por lo menos socialdemócrata. ¿Qué hay de malo en que la gente se lo pase bien,o se tranquilice, hablando por los móviles? Personalmente, los adoro. Creo que es uno de los inventos que más nos acercan a aquel mito olímpico de la ubicuidad. Además, uno que es curioso, se entretiene mucho escuchando conversaciones ajenas. Entre lo que se oye y se imagina, se fabrica una nueva historia.

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  6. Tengo una compañera americana que dice que ella jamás ha querido aprender japonés porque como así no entiende las conversaciones de la gente de alrededor (en el metro, las cafeterías, las tiendas) o bien se imagina el contenido o bien las escucha como música concreta y se puede sumergir en sus pensamientos o en su lectura sin temor a que la atención se le acabe dispersando. Es una posibilidad, porque a mí lo que de verdad me molestan son las conversaciones insulsas y en directo que la gente va desgranando junto a ti: las de por teléfono muchas veces son realmente interesantes, sobre todo porque, como te falta la mitad, la parte del interlocutor ausente, ahí entras tú con tu imaginación, y es la loca de la casa muchas veces la que pone el granito de mostaza que la hace interesante.

    Yo desde hace ya una década no tengo móvil -ni creo que lo tendré- más por pereza y tacañería que por otra cosa. Eso sí; al que lo tenga sólo le aconsejaría esto: que mire bien a quién le da el número. Valorar tu tiempo en demasiado a lo barato no compensa.

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