martes, 14 de octubre de 2008

Mi primo, el premio Nóbel


Hará por estas fechas ocho años, ojeando una librería de lance me encontré con un ejemplar de The Accidental Theorist. Lo compré y medio lo leí. Cierto es que esa lectura no me dejó gran impresión. Hombre -dije para mí- un economista de la tradición de Galbraith: uno que deja al lado las zarandajas del oficio.
Pasarían dos o tres años y, por el mismo procedimiento, acabó en mis manos -lo tengo ahora delante- The Return of Depression Economics. Entonces me lo pasé de miedo: las 168 páginas por las que se extienden el relato y análisis consiguiente de la crisis asiática del 97 son tan entretenidas como una novela de las buenas. La moraleja del libro: Si pensáis que lo del veintinueve es agua pasada, andáis muy equivocados.
Inmediatamente fui al internet y encontré la página de Paul Krugman en Princeton: tranquilamente podía haber sido la de un primo mío. Tenía en ella algo así como una especie de tablón de anuncios en la que colegas y alumnos escribían noticias, opiniones y avisos. Recuerdo que me reí con uno de ellos: "Paul, los del New York Times andan mosqueados porque publicas aquí los artículos que les escribes para el periódico. ¿No te has dado cuenta de que ellos tienen la exclusiva?" "Pues vaya, qué fastidio -respondía Krugman-. No me va a quedar más remedio que quitarlos".
En fin, el catedrático americano de película de Oscar -pensé-. Eso sí: con este despiste no va a llegar muy lejos en la farándula. Compré el libro de sus artículos, los leí disfrutando, y tuve en la mano su manual de introducción a la economía. Me pareció excelente, pero diez mil eran demasiados yenes para mi bolsillo, así que decidí que mis magros conocimientos en la "ciencia desesperante" continuarían basándose en la antigua edición del Samuelson, la que compré por cuatro perras en una librería de Manila.
Hace una temporada vi un artículo de Paul Krugman en El País. Vaya, pues se va haciendo famoso por el mundo. Ayer me quedé de piedra: le habían dado el Nóbel. Toma castaña: me meteré a adivino.
Felicidades, primo: que sea por muchos años.







3 comentarios:

  1. A lo mejor es amigo de este otro profesor yanqui. Parece que anunció hace tiempo el movidón financiero actual con cierta clarividencia:

    http://pages.stern.nyu.edu/~nroubini/

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  2. La verdad es que hay por ahí muchos tipos que saben como las cosas deberían ser para que las cosas fuesen como los dioses mandan, pero como luego resulta que somos como somos y el último maricón... pues eso.

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  3. Los ha habido siempre, claro, los tíos que saben más que Lepe y a los que nadie hace caso: que se lo digan a Platón, a Aristóteles, con reyes filósofos, cavernas y tal. "El hombre es lobo..." Bueno, no me meteré en berenjenales, que hay por aquí uno que sabe más de lobos que todos los demás juntos...

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