sábado, 6 de noviembre de 2010

Os lo metéis por donde os quepa


Siempre me han estomagado los premios que se otorgan "por el trabajo de toda una vida" a personas de trayectoria brillante en las artes o el mundo académico: no son sino regalos de autocomplacencia para los príncipes, ciudades, reyes o instituciones que los entregan.

Siempre también me he preguntado por qué, a estas alturas, no son rechazados sistemáticamente por esas grandes mentes que los reciben (como hizo Sartre con el Nóbel), individuos en teoría coscientes de la verdad que se esconde tras el don-trampa con el que les tientan los poderes del mundo.

En fin, aunque no quiero entrar en los detalles de su escrito, aplaudo entusiasmado a mi tocayo Sierra que acaba de decir que no a su regalito. A ver si se repite.

2 comentarios:

  1. Por Dios Bendito! Un tipo repugnante. Si no quieres el premio porque ya estás forrado con las obras que hiciste para el Estado, pues muy bien, te haces a un lado y punto. Puede quedar hasta elegante, según como se mire. Pero ir y aprovecharse de que el Pisuerga pasa por Alar para soltar esa soflama llena de los tópicos más manidos de la pijería de izquierdas... pues que quieres que te diga, que me parece un perfecto imbécil en perfecta conexión con la imbecilidad reinante. ¡El imperio criminal! Ni Chaves lo deja tan niquelado.

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  2. ¡Coño, claro! En Europa (no te digo en México que es donde vive Sierra) no sé de muchos artistas plásticos, peliculeros, grupos de "teatro independiente" que puedan sobrevivir sin la pasta del estado. ¿Tiene algún sentido el ser "artista plástico profesional" en nuestro mundo? Como poco es discutible, pero ya sabes, cada uno se gana la vida como puede y sabe.

    Hay que ser Sartre para escribirle a la Academia Sueca de antemano avisándoles de que no le den el premio, porque no les quieres hacer un feo. En este caso, discretamente, esto seguro de que lo podría haber hecho. Además, la ministra -o quien sea el responsable- ha tenido poco ojo al permitirlo: a García Calvo, digamos, nadie se le ocurriría darle el Cervantes, el Príncipe de Asturias o cosa así.

    Por supuesto que la carta (y el hecho de haber consentido que se llegara a la situación esta) es algo infantil como poco. Lo que sucede es que se trata de un caso tan extraño este de que se rechace un premio ridículo que me ha enternecido. Si se quiere favorecer el arte o la literatura o lo que sea, que se usen los dineros en becas para jóvenes, que es a los que realmente les hace falta la promoción. A éste, con sus vídeos de porculizamientos de negro sobre blanco ya le sobra.

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