viernes, 19 de noviembre de 2010

El vigía de Occidente


¡Qué gracia que El País y sus corifeos se hayan convertido en los defensores de la moral y de las buenas costumbres!


5 comentarios:

  1. La conversación entre Sostres y Sebastián me parece genial. Digna de ser incluida en ¡Oh, Calcuta!, o comedia por el estilo. Lo que pasa es que la chusma socialdemócrata no se entera de la inmensa diferncia que hay entre una conversación privada en clave surrealista y que una ministra de sanidad lleve pulserita del equilibrio... para no caerse del puesto, supongo.

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  2. No me voy a molestar en entrar en el tema de que el valor de las mujeres está en su belleza y el de los hombres en su inteligencia, aunque destacaría que casualmente esa idea siempre la defienden hombres nauseabundamente feos.

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  3. A mí Sostres no me cae ni un pimiento bien: es un tío que haría lo que fuera con tal de epatar. Por otro lado, es su forma de ganarse la vida: si no hiciera uso de ese recurso se quedaba en la calle. Su estilo es mediocre, tirando a ramplón, propio de quien carece de educación literaria (y científica, por lo que he visto en algunos artículos que he leído).

    El problema de fondo es que a él se le puede reprochar mal gusto o lo que queramos, mientras que la gente que ha filtrado la conversación ha cometido un delito que si no está contemplado en las leyes como tal debería estar. Una conversación privada es eso, privada y santas pascuas. Lo de los de El País, al publicarla, tres cuartos de lo mismo. Como poco se puede decir que se trata de una acción dudosa desde el punto de vista de la ética profesional. Eso sí que me parece verdaderamente repugnante.

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  4. Pues a mi juicio, hay épocas de "miedo y asco". Y no precisamente en Las Vegas. Épocas en las que todo está tan manoseado, manipulado, carajoneado y tal, que el único periodismo que funciona es el "gonzo". Y no es que Sostres sea un Hunter S. Thompson, pero menos da una piedra. El hombre hace lo que puede para ponerse en el centro de sus historias y, ¡vive dios!, suele conseguirlo para mayor regocijo de unos y rasgar de vestiduras de otros. En definitiva, que da espectáculo y el otro día en Telemadrid sólo le faltó meter la mano por debajo de la falda a alguna de las sirvientas que pasaban por su lado para comprobar si estaba en el adecuado punto de tensión sexual. En fin, espero que algún día de estos haga algo por el estilo, porque esto está de un aburrido que no hay quien lo aguante.

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  5. El problema es que la izquierda se escandalice por chorradas como la que dijo Sostres y no por cuestiones realmente mucho más importantes como, por ejemplo, el que los sindicatos y un gobierno socialista (!) sean incapaces de entenderse ante la crisis más grave de la democracia. Si idénticas palabras hubieran salido de labios de cualquier santón izquierdista en El País se estarían rasgando las vestiduras por la falta de ética que supone el violar una conversación privada. Triste.

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