miércoles, 16 de marzo de 2011

El martes

A las seis de la mañana nos despertamos con la noticia de que en uno de los reactores de la central de Fukushima se había producido una explosión y, según contaban los representantes de la empresa -asediados por los periodistas- era posible que existieran filtraciones de material radiactivo al exterior.

Como no creí probable que llegaran tan pronto esas partículas hasta mi barrio, después de mandar al niño al colegio, cogí mi bicicleta y me fui al banco a realizar una gestión que ayer no había podido aviar. Delante de la fila de cajeros automáticos había solo dos clientes y un empleado. Leí ayer en la prensa española que mis vecinos habían dejado las estanterías de los supermercados vacías, así que me pasé por el que tenía más a mano para salir de dudas. Era verdad, pero solo en parte. Estanterías saqueadas había unas cuantas, mayormente las de productos calóricos, como chocolate y galletas; también se veían claros notables en las de latas de cerveza. Por lo demás, como siempre.

Me volví a casa y a las once apareció el primer ministro por la pantalla. En tono anodino pidió unidad y esfuerzo ante estos momentos difíciles y eludió entrar a fondo en las preguntas de los periodistas. Siguió el Sr. Edano, que anunció el incendio en el reactor número cuatro y la emisión de partículas nocivas a la atmósfera.

No sabiendo cómo interpretar aquello, llamé por teléfono a quien me constaba que sí sabía, y esta persona me tranquilizó, informándome de que, por la naturaleza del viento que sopla del norte en Honshu, la isla principal del archipiélago en la que estamos, era poco probable que una cantidad importante de partículas radiactivas llegara hasta donde vivimos.

Más tranquilo seguí con mis quehaceres, y más tranquilo me quedé cuando por la tarde nos informaron que el incendio ya estaba apagado, el viento había rolado hacia el mar y las mediciones de radiactividad en Tokio eran moderadas.

En el telediario de las siete de NHK, el más seguido del país, no había ninguna novedad aparente, así que hemos cenado tranquilos, he acostado al niño y aquí estoy escribiendo esto.



2 comentarios:

  1. Pues aquí siguen dando noticias muy alarmantes, así que me alegro mucho de que os hayáis ido a Osaka.

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  2. Gracias. Aquí estamos mejor y más tranquilos.

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