"No hay mujer fea, sólo mujer que no se sabe arreglar" Pues sí señor: si ya lo sabían hasta los barrocos: pena que el cielo no sea azul y que tampoco sea cielo. ¿Y qué importa?
En fin, yo me iba (como siempre) por los cerros de Úbeda para decir que lleno anda el mundo de pintores, poetas, novelistas o blogueros deleznables, sí; pero igualmente hay legión de los que son extraordinarios. ¿Por qué en el nuestro global sólo triunfan unos cuantos? Ya el paño fino en el arca no se vende. Hoy al Olimpo y al Orco los separa una frontera sutil: la de la sabia promoción.
¿Era don Camilo el más excelso literato de sus tiempos? Basta leer los artículos-catálogo en los que sólo aparecen los nombres de sus burros o aquellos en los que repetía el índice de su última novela para responder afirmativa y sabiamente; pero seguro que el que con treinta y pocos años de su edad se marchara a Estocolmo, buscara traductora y editorial o el que siempre pusiera gran interés porque su persona fuera conocida en ese país nórdico no hizo ningún mal a su candidatura al premio Nobel.
En fin, a lo positivo: ya no tengo abuela y, si no me promociono yo, no lo va a hacer nadie. Así que, meigas fora, que la vida es corta: ¡a hacer clik todo el mundo!
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