sábado, 29 de mayo de 2010

La fábula oriental del caballero

Hace mucho tiempo, en un apartado país oriental, un joven caballero tomó para sí la galante labor de socorrer doncellas, defender al débil y desfacer entuertos. Obseso en estas obras, pronto los límites de su patria se le hicieron harto estrechos. En las lejanas buscó dragones, los acosó, les dio muerte y la fama de este noble caballero se extendió por los últimos confines de la tierra.

Ya maduro, como Ulises regresó a su patria. El último dragón que la oprimiera se había consumido, aun antes de nacer él, arrugado, achacoso y solo en su gruta horrenda. Al morir el monstruo los caballeros negros que le habían servido mudaron sus siniestras vestimentas: los de bajo rango se perdieron en las multitudes y los del más alto pactaron con los hijos de las víctimas del dragón, los caballeros blancos, que también habían hecho matanza entre los negros, se perdonaron injurias y vivieron en paz hasta el día del retorno del valiente.

Al principio de su tiranía, el dragón y sus negros caballeros masacraron a los blancos y los arrojaron a una sima oscura de donde, por los largos años trancurridos y por la profundidad de ésta, cosa de magia parecía el sacar de allí sus osamentas. El caballero, falto de labor más alta y menesteroso de ella para agrandar su fama, cargó sobre su espalda la obra de volver los muertos a los vivos. Quiso convencer a unos y a otros de que el perdón antiguo era una ofrenta al honor de los difuntos y que sus espíritus vagarían eternamente, agonizantes, hasta que no se rescataran sus tristes calaveras.

Los dioses de esa tierra, todos los dioses, son envidiosos de la gloria humana. Las divinidades excitaron en los otros caballeros la más cruel de las pasiones: la pálida envidia. Una noche sin luna sigilosamente lo apresaron, lo cargaron de cadenas y lo encerraron en la mazmorra más profunda. La insania, el horror y el rechinar de dientes fueron grandes entre aquellos linajes de los blancos que sustentaban al noble caballero. Finalmente hubo que buscar un nuevo pacto: se permitió su exilio por tierras de las que había regresado de su caza de dragones.

Han pasado los años y el insensato caballero que osara enmendar a los dioses y soliviantar al pueblo es ya un anciano. Sus días de ostracismo fueron pocos. Hoy, decrépito, se sienta en el umbral y ve jugar los niños. Siempre el sopor le vence y siempre, desde que fuera joven, su sueño es sólo uno: se transforma en dragón, el más horrendo que vio el mundo, y domina el orbe todo.



3 comentarios:

  1. Garzón, I suppose. El caballero de las carnes flácidas. Esta semana le dedicarán un monográfico en France 24. Es curioso observar como en los medios extranjeros en general y franceses en particular parece como que les fastidia que les desmonten el mito romántico de las dos Españas. Lo que están haciendo con Garzón, dicen, no tiene nombre. Cabalga Franco de nuevo. Tampoco hay de qué extrañarse porque también les costó unas cuantas decadas caer en la cuenta de que los de ETA no eran precisamente unos luchadores por la libertad. Son las secuelas supongo de los simpáticos relatos que dejaron los viajeros románticos y demás señoritingos amantes de la biodiversidad incultural.

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  2. Un banquero o un juez que disfruta con la fama no parece que haya elegido bien su profesión y los países que los jalean no suenan a muy sanos. Obviamente a uno y a otro le llega su día de la ira, pero mientras tanto el daño que hacen con su ejemplo (malísimo) no tiene remedio. El banquero va predicando que el dinero no es un medio, sino un fin obsceno y el juez que la justicia no es un bien que separa a la sociedad de la selva, sino un espectáculo.

    Con respecto a lo del extranjero, siempre pensé que Garzón se metía en donde no le llamaban en sus incursiones por el Cono Sur. Más juicioso habría sido buscar justicia para las guerras de todos esos territorios sin estado que hay en Africa, pero sus guerras y sus dictaduras, crudelísimas, no aprecen apenas en los medios y no dan demasiados réditos a la hora de presentar un dosier para el Premio Nobel de la Paz.

    El que el franquismo todavía existe es muy rentable para todos esos nostálgicos de las dictaduras comunistas para los que sus existencia era una bicoca; tú mismo has conocido a más de uno que iba en limusina por Praga en los ochenta y que hoy en día casi pide en las esquinas. Para muchos franceses, a todos esos del PCR que organizan pases de modelos en su sede parisina pa poder sobrevivir, me imagino que el mantener el "mirage" de las dos Españas tiene mucho de patético agarrarse a un clavo ardiendo. Como decía Julieta Serrano en "Mujeres al borde" cuando sexagenaria se vestía de veinteañera: "Mamá, dime que no ha pasado el tiempo"

    Por cierto, ya que sacaste el tema lo comento, pero, ¿cómo has podido pensar que la fábula habla de Garzón? Me has dejado estupefacto...

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  3. Perdón: obviamente donde escribo PCR quiero decir PCF.

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