miércoles, 14 de julio de 2010

El arte de las putas

Leo que el negocio de la prostitución está floreciendo de nuevo en España, que de ese revival tienen responsabilidad sobre todo las nuevas generaciones y no puedo por menos de sentir tristeza por ellos, no tanto por el hecho de verlos puteros como sus antepasados sino por el síntoma de soledad y estupidez que ello supone.

En este país el putiferio es perfectamente lícito. Bueno, sobre el papel, no; pero la definición a la que lo somete el Código es todo aquel mercado que implica la penetración vaginal: el resto de las suertes eróticas no implican legalmente comercio carnívoro y por tanto están exentas de pena o multa. Los prostíbulos se organizan en el internet en macropáginas como ésta y muestran con vídeos y mangas los lances variados con que las busconas agasajan al rijoso de turno.

¿Viviremos algún día en sociedades en las que, gracias a la habilidad para encarar nuestros instintos podamos disfrutar de ellos como gozo y no cual trapicheo? Soy pesimista acerca del futuro; pero ya sabéis: Está en nosotros, y no en nuestras estrellas.


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