Confieso que nunca he entendido por qué un Gobierno democrático, en el que hay un buen número de luchadores contra el franquismo que vivieron en carne propia lo que significa una dictadura totalitaria, lleva a cabo con Cuba una política que, en términos prácticos -son los que importan- solo sirve para prolongar la existencia de una dictadura atroz, que lleva más de medio siglo, y que ha hundido a los cubanos en la miseria, el miedo, la inseguridad y el más cruel despotismo. Y, peor todavía, que constituye una recusación y hostilidad flagrantes contra una oposición que, jugándose la vida y exponiéndose a abusos y represalias vesánicas, lucha para que Cuba alcance lo que tiene España desde la muerte de Franco.
Me lo he preguntado muchas veces y cada vez me parece más difícil encontrar una respuesta que no implique una patética falta de visión, la pequeñez o la ceguera. ¿El acercamiento a la dictadura cubana del Gobierno socialista español es, simplemente, una manera de mostrar un cambio radical de política con la del Gobierno de José María Aznar, quien persuadió a Europa de adoptar la Posición Común? Si fuera así, la política exterior de España no sería más que un juguete sin brújula al servicio de menudas querellas partidistas, sin continuidad, horizonte geopolítico ni moral.
Fragmento del artículo de Mario Vargas Llosa "Héroes de nuestro tiempo."
21.12.2024 – Langsam Gesprochene Nachrichten
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21.12.2024 – Langsam Gesprochene Nachrichten –
[image: Polizeiabsperrung nach Autoattacke auf Weihnachtsmarkt in Magdeburg]
Trainiere dein Hörverstehen mi...
Ya lo dijo Franco: ¡Politicastros!
ResponderEliminarPor ese lado no se le ve mucha salida a la patria. Por la derecha, por la izquierda, por la mediopensionista. Todos a lo mismo: a pillar. En fin, menos mal que nos quedan los horizontes lejanos de Castilla dichosamente despoblados.
Está bien, lo de "politicastros".
ResponderEliminarEl problema con la izquierda es que es muy conservadora. Los partidos de izquierdas siempre han sido los más "disciplinados". Discrepar con respecto a la doctrina estrictamente oficial es sacrílego y traicionero. Costó tanto que se desmarcaran de sus querencias prosoviéticas como está costando ahora que abran los ojos con respecto al castrismo.
El artículo de Vargas Llosa, como viene siendo costumbre, espléndido.
Claro, es lo que pasa cuando uno tiene una fe religiosa, sea el catolicismo o el social-pendejismo. Fijaos que Franco, a pesar de ser quien era, nunca tomó una postura inequívoca de oposición a la dictadura castrista, lo mismo que hicieron todos los gobiernos españoles posteriores a excepción del aznariano (algo que sin duda le honra). De Fraga no voy a hablar, por supuesto, pero ejemplos hay de que en este caso "la sangre es más espesa que el agua" o sea, que los Castro por partida doble son de nuestra misma sangre: socialistas e hispanos. Además, si cambia el régimen, vete tú a saber si podríamos seguir yendo por allí a "jinetear" y a pasar esas noches tan flipantes junto al malecón por cuatro euritos. Parece que el que va, repite, algo así como lo que pasaba con los países del este de Europa cuando el comunismo: vas y te sientes el rey de algo. Lo mismo le debe de pasar a ZP. Ya pocos le hacen caso...
ResponderEliminarA mí me ha entusiasmado Vargas Llosa toda la vida: poca gente escribe como él. Incluso ahora, cuando a su edad ya dice pocas cosas nuevas, el sonido de su lenguaje sigue siendo hipnotizante.
Comparto tu entusiasmo por Vargas Llosa. Sobre todo, ¡qué gran articulista! Gran crítico literario y gran pensador político (su estupendo libro "El pez en el agua" me cambió la Weltanshauung hace ya unos lustros), por no comentar su trabajo de novelista.
ResponderEliminarEn 1982 me regalaron la primera edición de Contra viento y marea. Durante una década la estuve leyendo constantemente. Hoy tengo la edición de los artículos que escribió en los noventa en EL PAIS y me parecen magistrales. Serví como informante nativo para Nishimura, el traductor de la mayor parte de su obra al japonés. Me tuve que leer dos novelas con atención y responder a cientos de preguntas sobre el estilo. Fue una experiencia enriquecedora de verdad el sumergirse en su mundo.
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