lunes, 2 de agosto de 2010

Resabio maquinero

En una película canadiense de los ochenta, de cuyo nombre siento mucho no acordarme, a la protagonista, granjera de armas tomar, le llega la hora de la fecundación de sus vacas. La inseminación artificial es la mejor alternativa, le dicen. Mis bichos se preñan como yo, responde. Así que hace que le suelten al semental en la granja y se pone a mirar. Las hembras rodean al caballero, le atosigan, le imploran, pero no hay manera: con el vicio de la máquina ha olvidado toda la mecánica del negocio.

Este argumento de película me ha venido a la cabeza cuando he leído un comentario taurino en el que se culpaba no a los pérfidos catalufos de la decadencia de la Fiesta, sino a los propios de casa. Según se cuenta ahí los afeitados, el drogar los animales y la selección de castas mediocres y comodonas es lo que de verdad está acabando con el espectáculo.

El experto propone una catársis, una vuelta a los orígenes del toro morlaquero, puro y esencial como remedio de todos los males tauromáquicos. ¿Será eso posible? No tengo ni idea, así que la opinión profunda se la dejo para otro. Ahora, que lo sabe hasta el más tonto: si de verdad los toreros le han cogido el puntito a la máquina, apaga y vámonos...


3 comentarios:

  1. Todo esto es más de lo mismo. Despotismo ilustrado o como quieras llamarlo. Una cosa que ha ido a menos hasta quedar en casi nada por la propia naturaleza de las cosas, los políticos no se pueden resignar a no ser ellos los que den el aparente puntillazo. En este mundo de las apariencias, como dijo el Conde de Oñate, míralo todo del revés si quieres saber la verdad de las cosas. Todo cambia subiendo de las bases hacia arriba, pero para que luzca bonito y rentable tiene que parecer que son los que mandan los que ordenan el cotarro. Pura ilusión todo.

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  2. Perdón, se me olvidaba. La "fiesta" se extinque simple y llanamente porque es aburrida. Sólo un ciego mental no ve eso.

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  3. ¿Aburrida? ¿Y ver a 22 tíos en calzoncillos corriendo detrás de un cacho de plástico durante dos horas? Por no hablar de las motos, los coches que dan vueltas a los circuitos (más se aprende mirando al burro de una noria) o las vueltas a Francia, España, el dolor de cuello que se coge la gente en el tenis y para qué seguir... En fin, misterios de por qué no nos aburrimos de ver siempre lo mismo, cuando hay tanto interesante que hacer en el mundo.

    Pero desde luego que sí: la fiesta es un coñazo. Conocí yo a uno que aseguraba que el año que no moría nadie en los entierros los Sanfermines no tenían salsa. La gente pensaba que era un animal: yo creo que sencillamente era una persona sincera hasta las últimas consecuencias. Desde que se inventó la penicilina y se pusieron quirófanos en las plazas, desde que a los caballos les pusieron los petos, en fin, desde que ya no se muere nadie más que una vez cada diez años, la Fiesta empezó a perder su alegría. Tenía que pasar.

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