lunes, 19 de mayo de 2008

El partido del domingo


Paseábamos mi hijo y yo -dos añitos- por el campus. El grupo de las cheerleaders ensayaban sus evoluciones. "Papa, quiero ver a las chicas". Pa qué más: desde entonces cheerleader que estudia español, cheerleader que elige mi clase. El lunes pasado, dos de ellas: "Durante el partido del domingo llovió y nosotras, en faldita, manga corta, mojadas. Horrible. Tenemos un catarro...".

Nuestro equipo de animadoras es, según parece, el mejor del país. La verdad es que da gloria verlas, tan profesionales, tan puestitas. Por desgracia, no pasa lo mismo con los chicos del fútbol americano... En un deporte tan testoterónico, tiene que ser muy duro este mundo al revés en el acaban siendo comparsa de quien, en principio, debería ser la suya. Hasta me imagino la ira que crece, semana tras semana, en los vestuarios, con el partido concluido; la mitad del público les ha abucheado; la otra mitad ha vitoreado a las chicas. Entonces...




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