viernes, 16 de mayo de 2008

Sección de calzado impermeable masculino


Regla número dos: en Tokio nunca te subas a un tren sin la fontanería desahogada; un suicida o un terremoto lo pueden parar por tiempo indefinido y adiós muy buenas. En la estación de Nihonbashi entro en el de caballeros, me planto y ¡pánico!: un rostro femenino me sonríe por encima del mingitorio. Justamente ahí ¡han instalado vídeos de publicidad!

Mientras continúo con el proceso de reciclaje de mis humores internos, embelesado miro la pantallita y comienzo a ensoñar. En el metro el que no se instruye... Teles que nos enseñan idiomas por los vagones, carteles que completan nuestra magra ilustración: "El dinero es más global que el inglés", nos advierte una revista de economía. Toma, más aún lo son las ratas, que inventaron la globalización hace milenios. "Hazlo en casa", afea otro afiche la trabajada costumbre de mozas casaderas de maquillarse en el tren. ¡Con todo lo que yo viéndolas he aprendido de la condición femenil! ¿Y los ronquidos y las posturas al dormir de algunos? El "Dúchese antes de subir al tren", ¿para cuándo?

"Disculpe, sería tan amable de dejar de contemplar la pantallita: mire cómo me está poniendo los zapatos". "Usted perdone, no volverá a suceder..."





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