bibliothek
die vielen buchstaben die nicht aus ihren wörtern können
die vielen wörter die nicht aus ihren sätzen können
die vielen sätze die nicht aus ihren texten können
die vielen texte die nicht aus ihren büchern können
die vielen bücher mit dem vielen staub darauf
die gute putzfrau mit dem staubwedel.
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biblioteca
todas estas letras que no pueden salir de sus palabras
todas estas palabras que no pueden salir de sus frases
todas estas frases que no pueden salir de sus textos
todos estos textos que no pueden salir de sus libros
todos estos libros con todo este polvo por encima
la buena señora de la limpieza con su plumero |
Ernst Jandl, die bearbeitung der mütze
¡Qué día más extraordinario! Fuera, el sol brilla con toda la intensidad de una mañana de mayo. Rodeado de mis libros, me siento en mi habitación. Abro la ventana y dejo entrar la brisa, el canto de los pájaros, los rumores del parque lleno de niños en día festivo. Estoy solo. Abro al azar la antología de poesía alemana y pienso que, en todos los idiomas que conozco, árboles y libros son primos hermanos: en las lenguas europeas
liber,
knjiga,
book,
biblion originalmente hablan de diferentes tipos de cortezas; en las orientales, los caracteres que representan a una y otra palabra difieren en un trazo solamente. Bueno, primos hermanos sí, pero nunca hermanos carnales. Ya sabéis:
I think that I shall never see / a poem lovely as a tree, o un libro, para el caso.
Con veinte años, regresábamos del campo mis compañeros y yo cuando, todavía cargados de mochilas, nos encontramos de sopetón con nuestro amor común, Carmen Castrillo, la idolatrada profesora de poesía latina: "
Qué bien os ha sentado la excursión ¿no? Mira, hasta me parece que se os ve menos cara de libro."
Antes de que esa horrenda jeta bibliopática se vuelva ya incurable, antes de que me maldiga de forma irreversible todo el polvo millanastránico que atesoran las estanterías, a la calle que me voy. Si por lo menos, como al poeta, alguien me hiciera la limpieza...
Nada más leer ese poema he pensado en Elías Caneti.Seguro que su lectura fue lo que le inspiró Auto de Fe. Aquella Teresa que le quitaba tan bien el polvo a los libros que decidió casarse con ella. Luego pasó lo que pasó, lo del chico interesante y todo aquello. Y Teresa con su falda azul que parecía tal que un mejillón. En fin.
ResponderEliminarCreo que debe de ser al revés: me parece que el poema se de los sesenta y la novela debe de ser de los treinta.
ResponderEliminarEn cualquier caso, aunque no he leído la novela, conozco el argumento -es una puñeta vivir en una época en la que todo se sabe y al instante-. Me han entrado ganas de ir a la biblioteca y sacarla. Si no lo he hecho es porque estamos de fiesta y andará cerrada. Ya sabes que cada tanto me da, no sé por qué el jamacuco de leer en alemán. Pues -salvo la antología de poesía de que hablo- desde hacía mucho tiempo que no me daba. En fin, no es mal vicio. Ya te contaré...