miércoles, 7 de mayo de 2008

El fantasma de la asistenta



bibliothek

die vielen buchstaben
die nicht aus ihren wörtern können

die vielen wörter
die nicht aus ihren sätzen können

die vielen sätze
die nicht aus ihren texten können

die vielen texte
die nicht aus ihren büchern können

die vielen bücher
mit dem vielen staub darauf

die gute putzfrau
mit dem staubwedel.


biblioteca

todas estas letras
que no pueden salir de sus palabras

todas estas palabras
que no pueden salir de sus frases

todas estas frases
que no pueden salir de sus textos

todos estos textos
que no pueden salir de sus libros

todos estos libros
con todo este polvo por encima

la buena señora de la limpieza
con su plumero


Ernst Jandl, die bearbeitung der mütze




¡Qué día más extraordinario! Fuera, el sol brilla con toda la intensidad de una mañana de mayo. Rodeado de mis libros, me siento en mi habitación. Abro la ventana y dejo entrar la brisa, el canto de los pájaros, los rumores del parque lleno de niños en día festivo. Estoy solo. Abro al azar la antología de poesía alemana y pienso que, en todos los idiomas que conozco, árboles y libros son primos hermanos: en las lenguas europeas liber, knjiga, book, biblion originalmente hablan de diferentes tipos de cortezas; en las orientales, los caracteres que representan a una y otra palabra difieren en un trazo solamente. Bueno, primos hermanos sí, pero nunca hermanos carnales. Ya sabéis: I think that I shall never see / a poem lovely as a tree, o un libro, para el caso.

Con veinte años, regresábamos del campo mis compañeros y yo cuando, todavía cargados de mochilas, nos encontramos de sopetón con nuestro amor común, Carmen Castrillo, la idolatrada profesora de poesía latina: "Qué bien os ha sentado la excursión ¿no? Mira, hasta me parece que se os ve menos cara de libro."

Antes de que esa horrenda jeta bibliopática se vuelva ya incurable, antes de que me maldiga de forma irreversible todo el polvo millanastránico que atesoran las estanterías, a la calle que me voy. Si por lo menos, como al poeta, alguien me hiciera la limpieza...




2 comentarios:

  1. Nada más leer ese poema he pensado en Elías Caneti.Seguro que su lectura fue lo que le inspiró Auto de Fe. Aquella Teresa que le quitaba tan bien el polvo a los libros que decidió casarse con ella. Luego pasó lo que pasó, lo del chico interesante y todo aquello. Y Teresa con su falda azul que parecía tal que un mejillón. En fin.

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  2. Creo que debe de ser al revés: me parece que el poema se de los sesenta y la novela debe de ser de los treinta.

    En cualquier caso, aunque no he leído la novela, conozco el argumento -es una puñeta vivir en una época en la que todo se sabe y al instante-. Me han entrado ganas de ir a la biblioteca y sacarla. Si no lo he hecho es porque estamos de fiesta y andará cerrada. Ya sabes que cada tanto me da, no sé por qué el jamacuco de leer en alemán. Pues -salvo la antología de poesía de que hablo- desde hacía mucho tiempo que no me daba. En fin, no es mal vicio. Ya te contaré...

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