La anécdota es famosa. G. H. Hardy visita a Ramanujan en su lecho de muerte y, no sabiendo de qué hablar, dice: "El número de mi taxi era 1729. Bastante soso, me parece". Entusiasmado, el gran matemático indio le responde: "No, Hardy, es un número realmente interesante. Es el más pequeño de los naturales que se pueda expresar como la suma de dos cubos de dos formas diferentes."
En Rayuela el apático Oliveira refiere la indiferencia de su amigo Etienne por unas hojas otoñales que, recogidas de orillas del Sena, había sujetado a la pantalla de la lámpara: Me quedo pensando en todas las hojas que no veré yo, el juntador de hojas secas, en tanta cosa que habrá en el aire y que no ven estos ojos, pobres murciélagos de novelas y cines y flores disecadas. Por todos los lados habrá lámparas y habrá hojas que yo no veré.
Esta mañana, después de casi un mes viviendo en la nueva casa, contra todas mis expectativas, acabo de caer en la cuenta de que, desde ella, se otea la cima del monte Fuji. Pobres murciélagos... etc.
En Rayuela el apático Oliveira refiere la indiferencia de su amigo Etienne por unas hojas otoñales que, recogidas de orillas del Sena, había sujetado a la pantalla de la lámpara: Me quedo pensando en todas las hojas que no veré yo, el juntador de hojas secas, en tanta cosa que habrá en el aire y que no ven estos ojos, pobres murciélagos de novelas y cines y flores disecadas. Por todos los lados habrá lámparas y habrá hojas que yo no veré.
Esta mañana, después de casi un mes viviendo en la nueva casa, contra todas mis expectativas, acabo de caer en la cuenta de que, desde ella, se otea la cima del monte Fuji. Pobres murciélagos... etc.
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