miércoles, 16 de junio de 2010

Con cuarenta años de retraso

En la clase de Español inicial tengo tres estudiantes coreanas. Es cosa conocida la teórica animadversión que sienten entre sí coreanos y japoneses; mi experiencia me dice lo contrario. Imagino que será una monserga similar a la que circula entre lusos e hispanos, un estereotipo más para gentes que usan poco la cabeza. No obstante, hay en mi historia personal un episodio tocante a ese estereotipo.

Con siete años recién cumplidos una tarde de mayo llegué a mi casa. En la tierra lejana del Norte había muerto el abuelo. Mis padres nos cogieron a mi hermano y a mí y nos subieron en un tren nocturno repleto de emigrantes portugueses. Recuerdo muy vagamente la escena, pero sé que mi madre hizo que otra despertara a sus pequeños, tumbados y durmiendo, para que nosotros dos pudiéramos al menos ir sentados. También recuerdo el ambiente tenso del compartimento, los insultos repetidos entre la mamá lusitana y la mía y las miradas que nos cruzamos a lo largo del viaje los portuguesiños y yo mismo.

Cuando fui mayor y tuve la suerte de estudiar la historia de la lengua portuguesa y su literatura, a veces en mi mente aparecían, recortados en la luz pálida y rosada de un amanecer de primavera, los rostros soñolientos y hermosos de aquellos dos chiquillos.

Querido amigos:

Si alguna vez leyerais esto, os quiero pedir disculpas por molestar vuestro sueño; también quiero que sepáis que con el recuerdo que dejasteis en mi alma infantil, aprendí a amar a vuestro país, sus letras y su lengua. Estéis ahora donde estéis, sabed que llevaréis siempre con vosotros mi gratitud por todo aquello que en un día de infortunio me enseñasteis sin palabras.

Un abrazo muy fuerte.


3 comentarios:

  1. A proposito de culturas y demás, mis hijas londinenses me suelen decir que el mundo se ha hecho muy pequeño. Así que, para ellas, las culturas parecen haberse convertido en "la cultura". Si pudiese hacerlo aquí te enviaría una foto de mi nieta sentada en las rodillas de su otro abuelo. Te la envio al correo normal.

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  2. La foto es muy buena; el abuelo, orgullosísimo -como debe ser-, la niña muy guapa y con un gran parecido a su madre -aunque no sé cuál es- y hasta el plato que come la abuela parece sabroso de verdad.

    Con respecto a cultura últimamente me parece buena idea la propuesta de Ortega de usar esta palabra sólo en singular; sólo hay una cultura, la humana, la común a la que aportan todos los pueblos en la medida de sus posibilidades. Lo que hoy llamamos culturas serían más bien civilizaciones.

    Claro, el problema es el de siempre: ¿es lo mismo Mozart que Loquillo? Problemón al canto. ¿Hay que valorar igualmente los logros culturales de la Córdoba de los califas y los de los indios miskitos? Puestos en un aprieto, ¿qué salvaría usted, la Ceremonia del té o un canto de la Divina comedia. Cuidao, colega, que por ese camino vas, te quemas y te ponen de facha para arriba...

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  3. Ultimamente,creo, hay pocos honores comparables al de que te llamen facha. Es algo así como la prueba del nueve de que estás por la democracia y la libetad. Hay mil ejemplos al respecto. Pero ese no es hoy el tema. Hoy hablamos de cultura. Lo tengo sencillo: cultura es, de entre todo lo producido por el ser humano, lo que merece la pena. Luego está lo que para mí sería la madre del cordero: el prestigio del saber, del esfuerzo, del mérito. Si como desde antiguo se atestigua por estos lares que "no hay saber como el tener", es que no hay remedio en la botica.

    ¡Ah! Lo que merece la pena. Muy fácil. Lo que enseñan en las cien mejores universidades del mundo. Las danzas de los hotentotes las dejamos para los turistas.

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