viernes, 4 de junio de 2010

¡Cráneos privilegiados!

En la uni donde curro un catedrático nuestro, emérito de Geología y experto mundial en terremotos, nos dio una clase magistral sobre predicciones de seísmos; a sacar en claro: con los conocimientos actuales estamos a años luz de poder adivinar cuándo y dónde será el próximo gran meneo. ¿Por qué entonces las librerías están llenas de manuales sobre el tema? Hay que buscarse la vida y con una palabra sola -ignoramus- no se hacía ni un yenillo.

Artículo de prensa de hará unos diez añitos:
"La Agencia Estatal X2 anuncia que existe un 80% de probabilidades de que se produzca un terremoto de alta magnitud durante los próximos veinte años en la región de Kanto."
¡Qué gente más sabia! Dentro de dos décadas los jerifaltes de la Agencia estarán jubilados o tal vez hasta muertos. El más joven del negocio, si viene el cataclismo, justificará con ello algún pingüe salariete. Si no, pues, oye, macho, no olvidéis el veinte por ciento que queda. Por supuesto no se molestaban en explicar los fundamentos lógicos de tan sesuda conclusión (¿Por qué no un 81% o un 79?): pa qué, si no nos da la inteligencia pa seguirlos.

En la mitad inferior de la página, bajo el artículo, dos anuncios: uno de seguros contra desastres naturales y otro, de cierta macroempresa que construye casas superguáis de alta tecnología indestructible. ¡Estos de la Agencia de verdad son tíos inteligentes!


4 comentarios:

  1. Tenía un amigo que decía, que no hay que prohibir que los perros (o mejor dicho, a sus dueños) dejen sus carajitos en las calles, porque en la sociedad actual pisar mierda es una de las pocas cosas que puede alterar, de vez en cuando, nuestras monótonas vidas de urbanitas.
    Quizás las catástrofes cumplan esa función además de disminuir un tanto la superpoblación del planeta. Aunque si puedo elegir prefiero que me pille lejos.

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  2. No sé qué decirte con respecto a la vida monótona. Me acaba de escribir una amiga y me dice que no le han dejado dormir hasta las seis de la mañana los gritos de los estudiantes que celebraban el fin de un examen. Eso sí que altera de verdad.

    Las catástrofes, vete tú a saber. Hace unos días hubo una en Júpiter que dejó un agujero como el mar Pacífico. Si nos hubiera tocado a nosotros supongo que nos habría pasado como al planeta de la primera película de La guerra de las galaxias. Ahí sí que se acababa la superpoblación.

    En cualquier caso dejemos de pensar bobadas. Esta noche si hay cielo despejado se podrá ver a Venus clarísimo en el cielo. A disfrutar de ello.

    Muchas gracias, como siempre, por tu comentario.

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  3. Los que viven, vivimos, del cuento son, somos, legión. Imaginate que, así, de un plumazo borramos del mapa todo lo que sobrevive gracias a la necesidad de creer en lo que sea que tienen los humanos para no crever. Un ejemplo sólo: la multinacional de la hipocondria. Si te fijas al pasear por cualquier ciudad o pueblo comprobarás que no hay negocio que haya crecido tanto y se sustente tan bien como los dedicados a la conservación de la salud por medios mágicos. Flores de Bac, aromaterapia... no sigo porque son infinitas y conocidas de todos las formas de embaucar a la vez que esquilmar a los que no se quieren morir nunca.

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  4. En eso son aquí especialistas: quiroprácticos, acupuntores, masajistas, especialistas en shiatsu, hay de todo. A algunas casas de putas las llaman "clínicas de relax" y a las señoras que curran allí en vez del nombre tan sonoro que les corresponde por oficio "terapistas."

    Lo de la aromaterapia, las flores (que por cierto, creo que son de Bach, pero no tienen que ver con el músico) y demás mojigangas venidas del extranjero aquí tienen su caldo de cultivo perfecto. Gente con pasta y muchas veces con poco tiempo para gastarlo, así que, cuanto más caro, mejor: más se disfruta el masaje, el sobe o lo que sea.

    Lo cierto es que yo también he caído en alguna cosa de éstas. Hace una temporada me envicié con lo del masaje y lo de las agujas, pero se me fue mi amiga a Centroamérica y me quedé compuesto y sin masajista. Lo cierto es que la moza que me lo hacía (además de estar de muy buen ver) era profe del asunto en una universidad de por aquí: con lo que más flipaba yo era con las explicaciones que me daba de medicina oriental, el yin, el yan, el ki y todo eso. La verdad es que no valdrá cuatro duros, pero poético es un rato y ya sabes tú: la eficacia está en relación proporcional a la fe del paciente. Si no tengo fe en la poesía, dime tú en qué voy a tener...

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