lunes, 21 de junio de 2010

Pajarito inquisidero

Estaba buscando la gente que por Twitter se comunica en latín, encontré a uno, piqué su botón y el ordenador me responde: Esta persona te ha bloqueado. Leches -pienso- qué importante soy. Al sentimiento de orgullo por una tan inusitada circustancia siguió otro de pequeña rabia y durante diez segundos bloqueé también a la persona en cuestión. Rehíce la bobada, me reí de mi propia instintiva estupidez y sentí inmediatamente curiosidad por comprender la causa del bloqueo.

El titular de la cuenta twittereña era persona muy comprometida con la iglesia católica, un sacerdote o una monja, vamos. Vivía en Centroeuropa, pedía insistente la firma contra la píldora anticonceptiva y el fin de la discriminación hacia el cristianismo. Seguí leyendo sus entradas y en una de finales del mes pasado se entiende: Si alguien envía tonterías blasfemas no le seguiré. La red está llena de gente mala, lo sé, pero no quiero leer tales cosas.

¡Ah, hombre! A éste ya lo tenía antes entre mis followers, chacho. Me ha leído algo y se ha mosqueado. La curiosidad mató al gato, pero no podía quedarme en ello. Reviso mis twitts del día de autos y me encuentro con que ¿será blasfemo esto? ¿O quizá esto? Pos claro, las dos cosas.

Luego dirán que no vamos mejorando. Hoy sólo nos bloquean. Hace algunos años nos habrían carbonizado.


5 comentarios:

  1. Andrews Brown´s blog. Ahí está el cuerpo del delito. Ese culo.

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  2. Ha sido una de las cosas más ridículas y graciosas que me han pasado en los últimos tiempos. Yo, en su caso, si no quisiera leer lo que alguien escribe, me "desapuntaría" de la lista de seguidores, pero nunca le bloquearía, más aún cuando no tiene ningún sentido hacerlo: si quiero seguir lo que escribe -que sí quiero, porque su latín es de buena calidad y el contenido es de un divertido ejemplar que esponja el alma- me apunto a su RSS y lo tengo en mi cuenta de Google o en el margen derecho del blog (incidentalmente: ahí está). Lo gracioso es que tiene una opción para que no le lea: convertir su cuenta de Twitter en privada, pero me da que en el fondo es un poquito exhibicionista y no lo va a hacer.

    En fin, cosas veredes, amigo Paco. Por cierto, es una pena que más gente no lo entienda: sus laudes a san Josemaría no se los debería perder nadie. Es casi tan divertido como Federico.

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  3. Se me olvidaba. Con respecto a la entrada del blog de Brown diré que a mí me fastidiaría mucho -y no lo querría leer- una entrada que atacara los estudios hispánicos en Japón: ¡me quedaría sin trabajo! Comprendo que los miembros de la Iglesia se sientan molestos por escritos como ése.

    Recuerdo ahora que S. Hawking cuenta en su Historia del tiempo que Juan Pablo II "el Grande" los recibió en la Sixtina y les dijo -a los físicos de un congreso organizado por el Vaticano- que le parecía muy bien que estudiaran la evolución del universo, pero no el instante del Big Bang, porque aquello era entrar en la mente de Dios y eso no estaba permitido a un humano.

    JP II era un hombre que realmente sabía de qué estaba hablando: si por él hubiera sido jamás habría consentido en que la liturgia se hubiera secularizado introduciendo las lenguas vernáculas ni se hubiera perdido la pompa vaticana. Cualquiera sabe que lo que atrae hacia la iglesia es el misterio, el no saber, la no comprensión de una lengua secreta. Desde que los indios descubrieron esto manteniendo el sánscrito, es algo que toda religión exitosa ha seguido como norma. La traducción de la Biblia a los idiomas nacionales fue el principio del fin del catolicismo.

    No hay nada que pueda molestar más a los curas -de cualquier religión- que el que se levanten los velos, los arcanos, los burqas. Si yo viviera de ese cuento -y no del que vivo- seguramente sentiría lo mismo.

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  4. La cosa se ha puesto realmente divertida: el señor en cuestión debe de leerme (un honor que sin duda no merezco), porque entre todos los días del mundo precisamente ayer, siguiendo mi sugerencia, protegió sus twitts. De cualquier modo el último siempre aparece en la lista de enlaces de la derecha del blog.

    En fin, exhibicionista parece que no es, pero con sus actos bien demuestra que espíritu de voyeur -al igual que servidor-, tiene bastante. Por sus obras los conoceréis...

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  5. Iba a escribir una nueva entrada sobre este tema, pero no lo voy a hacer.

    Sólo quiero dejar constancia de que si bien el proteger la propia intimidad en Twitter o en cualquier lugar de internet me parece muy legítimo, el bloquear individualmente a una persona por el mero hecho de pensar diferente es un acto de violencia gratuita que llena de tristeza, que nos retrotrae a épocas en las que los autos de fe, las persecuciones y los guetos enseñoreaban la tierra. Quien no acepta el debate civilizado, la libertad de opinión ni el valor de la diferencia es lógico que sienta nostalgia de ellos; los demás deberíamos estar muy vigilantes para que gente así no vuelva jamás a contaminar nuestra vida de oscuridad e intransigencia.

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