viernes, 11 de junio de 2010

Vito

Belén desde niña siempre quiso un perro. Ya lo tiene y en su página de Facebook ayer publicó fotos de él.

Cerca de nuestra residencia vagueábamos dos argentinas, mi colega de Tailandia y yo. Cierta señora paseaba un can tan adorable como Vito. Las chicas: "Qué animal más precioso." "¿Cómo precioso? -respondió mi amigo tailandés- Delicioso querréis decir..." Ante los ojos horrorizados de ambas, conoisseur, nos dio un curso abreviado y experto de alta gastronomía canina; explicó, casi babeando, por qué precisamente el bichillo que aún se veía en el otro extremo de la calle era del tipo más sabroso y cuál habría sido la receta que él le hubiera aplicado para sacar de su carne todo el sabor que atesoraba.

Las argentinas, con los ojos de aquel que ha visto un monstruo, se retiraron a sus habitaciones. Miré en redondo. Me cercioré de que no escuchaba nadie. "Oye, -le dije en un susurro- ¿hay en Tokio algún restaurante que sirvan esos platos de tu tierra? Llévame, hombre: yo te invito..."


5 comentarios:

  1. Desde luego que, aparte de su utilidad para ciertos oficios (ciegos, policías, pastores), no veo en los perros otro atractivo que el de constituir, dada su insoportable proliferación, una nada despreciable reserva de proteinas para casos de emergencia alimenticia. Por lo demás, la causa que me incita a huír del apartado lugar en el que habito es el desaforado amor a los perros que les ha entrado a mis vecinos. Y ya se sabe que cuando el amor se desmesura trae inevitablemente aparajada la mala educación. Los canes no paran de ladrar día y noche. Y se muestran agresivos a más no poder. No se preocupe,no muerde... dice siempre el imbécil de su dueño. Faltaría más, pienso a la vez que lanzo una mirada de desprecio. Pobre gente que necesita el afecto instintivo de los animales para suplir carencias incomfesables. Como inconfesables son esas cochinadas... la novia que estrangularon el otro día por negarse a hacer una nueva felación al perro del novio. Y eso por no hablar de los niños devorados por el perro de papá. Los padres están desolados, suelen decir en el telediario. ¡Qué menos...!

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  2. Je, je, je: te he pillao. Mientras escribía la entrada estaba haciendo apuestas conmigo mismo de cuánto ibas a tardar en hacer un comentario de ese tenor y como de largo iba a ser.

    ¡Animalitos! Los perros son bichos adorables, con mucho más que los humanos. Yo tuve uno de niño y bastante de lo que aprendí de él todavía lo conservo.

    Claro que hay algunos salvajes, del mismo modo que hay humanos salvajes. En la prensa aparecen los pit bull, doberman y tal: finalmente cuando uno lee algo se da cuenta de que la tendencia a la agresividad es más individual que relacionada con las razas. Hay cosas que son obvias: en una familia que tiene niños pequeños es una insensatez criar amimales de compañía: los gatos -esos seres en apariencia tan indiferentes- incluso pueden sufrir ataques de celos y atacar viciosamente a un niño de teta. Uno de ellos se sentó encima del hijo de una amiga y casi lo asfixia.

    En fin, que como pasa con los niños, dueños insensatos crían perros insensatos. Con respecto a las carencias afectivas que suplen, pues me parece muy bien: peor es la gente que tiene hijos y los hace desgraciados de por vida para suplir carencias seguramente más inconfesables que las que nos alivian los animales.

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  3. Espinoso tema el de los perros. Como decía en un artículo Gregorio Morán, hay temas tabú y el de los perros es uno de ellos. El caso es que no sé que otra cosa se puede aprender de los perros que no sea el oficio de sicario: fidelidad absoluta al jefe, lo mismo que absoluto es el odio al que invade lo que cree es su territorio. Lo cual tiene poca importancia cuando es un perrito de bolsillo, pero como cada vez hay más de tamaño elefantiasico, pues eso, que ni pasear por el campo puedes sin tener que poner el culo prieto de vez en cuando. Te recuerdo:

    http://lascasasdelcanal.blogspot.com/2007/10/aprovechando-que-tambin-por-all-pasa-el.html

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  4. Bueno, tema tabú, no, pero sucede como con los niños: a cada uno el suyo le parece el más hermoso y habida cuenta de los trabajos que da un perro y el cuelgue afectivo que producen no es de extrañar que sus amos saquen la navaja cuando se les ataca.

    Al jodío pastor que te hizo la putada había que colgarlo por las pelotillas de una encina. Eso sí que fue mala leche. Además a ti, que como dices, has visto heridas terroríficas causadas por "animalitos."

    ¿Que los perros producen mucha irracionalidad? Pues claro. Un día dos amigas americanas hablaban de Hitler. Una argumentó: "No debía de ser tan mal persona cuando trataba tan bien a sus perros. En fin, sin comentarios...

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